Empezar un nuevo ciclo escolar siempre viene acompañado de muchas emociones. Hay ilusión, nervios, esperanza… y, por qué no decirlo, también incertidumbre. Para muchas familias, esta etapa representa una nueva oportunidad para aprender, crecer y comenzar con energía renovada. Pero también puede ser un gran reto, sobre todo cuando hablamos de adaptarse a todos los cambios que vienen con este nuevo comienzo.
Piénsenlo un momento…nuevo maestro, nuevos compañeros, quizás hasta un nuevo salón o una rutina diferente. Y aunque para algunos niños eso puede ser emocionante, para otros puede resultar abrumador, especialmente si tienen alguna condición que los hace necesitar más estructura o apoyo para adaptarse.
Aquí es donde vale la pena detenernos a reflexionar: ¿Cómo podemos acompañar mejor a nuestros hijos e hijas en este proceso? ¿Cómo podemos hacer que este inicio no sea tan pesado, sino más llevadero? La respuesta no está en hacerlo todo solos. La respuesta está en trabajar en equipo. Un equipo de verdad: familia, escuela, especialistas. Cada uno desde su experiencia, desde su mirada, desde su compromiso con el bienestar del niño o la niña. Y aquí entra algo que tal vez han escuchado, pero que es clave: un equipo multidisciplinario. ¿Qué significa esto? Que cuando se juntan la maestra, el terapeuta, el orientador, el papá, la mamá… y todos trabajan con un mismo objetivo, con una misma visión, el impacto es muchísimo más fuerte. Se trata de sumar esfuerzos para acompañar, para anticipar, para estructurar.
Porque sí, la anticipación, la habituación y la estructura son tres herramientas fundamentales en estos procesos. Cuando anticipamos lo que va a pasar, ayudamos a que los niños no se sientan desorientados. Cuando repetimos rutinas y creamos hábitos, damos seguridad. Y cuando todos en el entorno trabajamos con la misma lógica, todo fluye mejor.
El aprendizaje no sólo ocurre en los libros. Ocurre en los recreos, en las miradas, en los juegos, en los "buenos días". Formar vínculos con maestros y compañeros hace que el entorno escolar sea más cálido, más amable. Y sí, eso también requiere tiempo, sobre todo para quienes tienen más dificultades en lo social. Pero con apoyo, esas relaciones pueden crecer y transformarse en amistades valiosas.
También queremos invitarles a hablar abiertamente sobre la neurodivergencia. No como una etiqueta, sino como una forma de reconocer que todos aprendemos y vivimos de manera distinta. Cuando hay apertura, crece la empatía. Cuando se comparte, se crea comunidad.
Y eso es lo que queremos para nuestras escuelas: espacios donde todos se sientan vistos, comprendidos y valorados.
Así que sí, este nuevo comienzo puede parecer desafiante.
Pero también puede ser una oportunidad maravillosa para crecer juntos en este proceso.
Recordemos que no hay un solo camino correcto. Cada experiencia cuenta. Cada pequeño avance es una victoria.
L.C.H EDNA PONCE / KP SOLUCIONES