Ciudad Juárez, crisol de México

En esta ciudad fronteriza encontramos de todo, es como un gran bazar o un enorme mercado. Destaca una geografía humana variada, mexicanos procedentes de cualquier rincón del país, por alejado que sea. Los intereses de sus habitantes son tan plurales como sus procedencias. Ciudad Juárez es una gran laboratorio humano, social, económico, cultural. Las prioridades de cada uno, distintas y encontradas con los demás, lo convierten en un espacio de experimentación para políticos comprometidos con su trabajo y su deseo de servir a los ciudadanos. A escala, es un México reducido. 

Esta diversidad que invita a la creatividad e iniciativa de la administración pública, encuentra en sí misma obstáculos y aparentes limitaciones. Muchas políticas públicas benefician a una porción de ciudadanos mientras carecen de significado para otra. Las necesidades son  diversas y difíciles de satisfacer. Hay, además, una relación particular de los juarenses con el estado de Chihuahua. La gente de Juárez se siente de Juárez, no son de sus estados de origen, y tampoco sienten gran empatía por Chihuahua, que es el Gran estado del Norte. Los de Juárez son de Juárez. Esta adopción de la patria chica como patria genera necesariamente roces y tensiones con los chihuahuenses de otros lugares. Esta particularidad además complica la relación con las autoridades estatales y nacionales, y condiciona las medidas y políticas locales. Ciudad Juárez es un crisol peculiar que amerita ser atendido a partir del respeto a su idiosincrasia y a su complejidad.

Esta dificultad se expresa también en las votaciones y en los resultados de las elecciones. Hace un año ganó la presidencial Andrés Manuel López Obrador. En el caso de la alcaldía, fue un independiente, aunque se definió en tribunales y el ambiente que se genero fue de que algo raro había pasado. Con todo, y de no haber sido por los tribunales, el candidato de Morena al municipio más grande de Chihuahua resultó el más votado. No deja de ser significativo el destino de los votos y al final, la victoria de un candidato independiente, que expone la complejidad del sufragio en un municipio que optó contra pronóstico. Es innegable la inteligencia política del juarense. Para lo suyo, uno de los suyos.

Ha pasado ya un año desde las elecciones. La situación política se deteriora a ojos vista. Los habitantes de Juárez no ocultan su decepción y su molestia con las autoridades locales y estatales. Sus preferencias se inclinan con Morena y, posiblemente, hacia lo que venga. En este escenario, no parece que el PAN, PRI y PRD tengan mucho qué hacer en los próximos comicios. Comienza a surgir la opción de los ciudadanos como alternativa a Morena. Chihuahua vuelve a demostrar su capacidad para reinventar la democracia. El rechazo  a los partidos tradicionales está justificado.

En la actualidad el gobernador del estado relega a los juarenses al olvido, Ciudad Juárez no es una prioridad, ni tampoco sus necesidades. Este olvido premeditado tiene como consecuencia la desafección efectiva no ya a los partidos sino al gobierno actual del estado. Los ciudadanos de Ciudad Juárez no se quedarán de brazos cruzados. Buscarán opciones que, si no satisfacen sus demandas, generarán ellos mismos. Cada vez se recorta de manera más nítida la posibilidad de que sean los propios ciudadadnos quienes decidan figuras que los representen, como sucedió en el 18.

Parece que ya es tarde para que el gobernador se interese por Ciudad Juárez. Este desprecio a las promesas y compromisos, que en su momento se hicieron a cambio de votos, se erige como un muro verdadero que hace efectivo el divorcio entre los ciudadanos y los políticos de siempre. Pensar que los juarenses se cruzarán de brazos es desconocerlos. Posiblemente Ciudad Juárez vuelva a dar una lección de democracia paradójicamente sin tener que optar por los partidos y sus candidatos.