El coronavirus dispersa la unidad de acción y las decisiones adoptadas en cada Estado. De repente, la violencia de los contagios se ceba en Ciudad de México, Estado de México y Baja California. Otros Estados, quizás más prevenidos, parecen contenerla mejor. Pero los datos no mienten y el número de contagios en todo se país se ha multiplicado. Las famosas fechas críticas pasaron a la historia. El gobierno federal, atendiendo a las intervenciones diarias de Hugo López-Gatell, está tan desorientado como desconcertado, tan descontrolado como la pandemia misma. En Ciudad Juárez las maquilas quieren reactivarse por completo. No están muy calaras las causas de la premura. Todo indica que la presión de Estados Unidos, necesitado de los productos mexicanos, ha sido determinante para una decisión que, desde el lado de la salud de los mexicanos, no deja de ser cuestionable. Pedro Chavira, presidente de la Asociación de Maquiladoras Indez Juárez declara que no se justifica que sigan cerradas un 5 o un 10% de la industria. Esgrime el argumento de que “el 90% ya está trabajando”. Desde el punto lógico, el razonamiento de Chavira es una estupidez. Más verosímil parece que insta a la apertura de las maquilas restantes porque los compromisos comerciales así lo exigen. Dicho de otra manera, el interés reside en lo económico y no en la salud. Todo indica que el Sr. Chavira se guardará en su casa, atendiendo su quehacer telemáticamente mientras los trabajadores acuden a las fábricas. Dada la profundidad argumentativa de Chavira, ¿podemos creer que las medidas de seguridad se han adoptado con rigor? ¿realmente hay una preocupación por la salud de los trabajadores? Todo indica que no, que al sr. Chavira y a sus socios les importa en exclusiva el cumplimiento de los contratos comerciales.
La situación genera mucha incertidumbre laboral, económica y sanitaria. Si la pandemia se multiplica en Ciudad Juárez, la Asociación de Maquiladoras además de volver a cerrar habrá perdido toda autoridad sobre sus trabajadores. Estas líneas no están criticando la decisión de reactivar las maquilas, tampoco la de mantener a los trabajadores en sus casas. Pero quieren señalar que a lo mejor ha sido precipitado el regreso a la actividad toda vez que la virulencia del coronavirus apenas comienza a mostrarse ahora. A lo mejor ha habido precipitación o, por el contrario, la medida es acertada. Pero el contexto nacional no invita al optimismo. Uno de los problemas que genera la coyuntura es que los logros sindicales y laborales del siglo anterior y de éste desaparecen de repente, como si cualquier emergencia justificase la pérdida de esas conquistas. De manera que hay que considerar que tales logros en realidad no lo fueron, sino un maquillaje ocasional. Algo semejante a lo que sucede con nuestras instituciones. En apenas un año, el gobierno federal ha desparecido no pocas instituciones de todo tipo que obstaculizan sus políticas. Lo significativo no es esto, sino una fragilidad que durante mucho tiempo se proclamó de extraordinaria solidez. De manera que, o bien esas instituciones estaban al servicio de cosas distintas para las que se crearon, o bien no estaban justificadas, de otra manera habrían resistido.
De cualquier manera, la salud no debería ponerse en riesgo por cuestiones económicas ni, muchos menos, por presiones de otro país. Sólo espero que la decisión haya sido acertada y que la pandemia esté en Chihuahua debidamente controlada, además de que los trabajadores de las maquilas dispongan de las medidas de seguridad que amerita la crisis.