¿Cuántos sueños tenías cuando eras un niño?, ¿qué dulces te gustaban más?, ¿qué era lo que querías ser cuando crecieras?, ¿Cuáles eran tus juegos o juguetes favoritos?, ¿Qué era lo que más te hacia feliz cuando eras un niño? y ¿cómo vas ahora con todo esto?. Todos llevamos un niño dentro y a ese niño lo abandonamos cuando nos hacemos adultos, pues todos incluso por accidente hemos sufrido heridas emocionales en la infancia, decepciones, o cualquier tristeza que nos va robando la genuina inocencia de ser niños felices y libres.
Normalmente nuestro niño interior es quien nos va mostrando inconscientemente las heridas que debemos sanar para tener una vida más plena, pues esas heridas se quedan en nuestro inconsciente y nosotros vamos perdiendo paulatinamente la alegría, la espontaneidad, la inocencia y el arrojo de ser niños y nos convertimos así en adultos que viven por inercia dejando que la vida pase sin alegría. Lo más importante es reconciliarnos con ese niño interior, ¿Qué era lo que más amabas cuando eras un niño? reflexiónalo y recupéralo. Te prometo que es un poco más sencillo de lo que tú crees y te voy a contar porque.
Personalmente, yo estoy viviendo una experiencia que hoy te comparto, en la que he reflexionado en que hace muchos años cuando era niña yo al igual que todo mundo sufrí decepciones que tal vez no eran tan graves pero cuando eres un niño a veces son superlativas, no te contare la historia triste simplemente hoy te quiero compartir que yo era una niña muy asidua a las muñecas, me encantaba jugar con ellas las acomodaba en fila a veces jugaba con ellas como si yo fuera su maestra, otra veces jugaba a que eran mis bebes y otras tantas, fingía que yo era un conductor de tren y mis muñecas eran pasajeros que viajaban a mundos mágicos así entre otras muchas cosas me divertía tanto con esos juegos inocentes. Como siempre el paso del tiempo nos hace crecer cuando salí de primaria me enfrente a retos y descubrí que yo era la nerd yo no era la magnánima que jugaba con mis muñecas era una niña o una adolescente que perdió un poquito de seguridad en si misma fue ahí, cuando de manera inconsciente y por esas heridas que llegaron y que se generaron en mi fui abandonando a mi niña interior a esa que tenía ilusiones, a esa que era la reina del universo y la deje sola pero, ¿sabes que estoy haciendo ahora?, pues muy simple, me estoy reconciliando con mi niña interior al final de cuentas soy yo misma y te platico porque, hace poco recibí de mis hermanas y de mis dos mamás ( si tengo dos mamás, pero esa historia te la cuento luego) una de mis muñecas favoritas cuando era niña, ahora abrazo a mi muñeca me gusta mirarla y la estoy disfrutando como cuando era niña. ¿Qué es lo que está pasando? Simplemente estoy hablándome a mí misma a mi interior a esa niña que abandoné y que soy yo y le estoy enseñando que yo la cuido porque me cuido que yo la protejo porque yo me protejo y me imagino a esa niña que yo era y la abrazo y le digo que todo está bien, está a salvo.
¿Por qué es importante reconciliarte con tu niño interior? Es simplemente porque cuando éramos niños teníamos toda la sabiduría para ser felices sin miedos, sin dolores sin tristezas cuando éramos niños éramos felices nada más porque sí; por alguna razón en el camino vamos perdiendo esa alegría esa felicidad esa inocencia que en realidad deberían ser inmarcesibles en nuestro espíritu, perdemos la capacidad de ver todo lo bello y de apreciar más los momentos fugaces como por ejemplo soplar un diente de león para pedir un deseo. Pero no te abrumes, es normal y pasamos en la vida por situaciones difíciles que nos roban todas esas cualidades porque nosotros mismos inconscientemente y para sentirnos a salvo las vamos arrumbando. Ahora tu puedes ir a rescatar a ese niño interior, recatarte a ti mismo piensa ¿Cuáles son tus miedos?, ¿cuáles han sido tus más grandes decepciones? Una vez que lo identificas, imagínate de niño y acércate a él y dile - “hola” aquí estoy y vengo a reconciliarme contigo- y abrázalo, abrázalo fuerte y mírate ahí mismo seguramente eras un niño adorable, entonces repite estas palabras: -te prometo que estarás a salvo, porque yo te mantengo a salvo-, y observa como ese niño empieza a fundirse contigo feliz, pleno, seguro, alegre, soñador hasta que se funde en tu corazón. De ahora en adelante harás las cosas disfrutándolas, abrázate a ti mismo porque te aceptas como eres y todas las cualidades de tu niño interior las has revivido de nuevo.
Te cuento que yo sigo trabajando porque no es de la noche a la mañana requieres de constancia para ser lindo contigo mismo, por ejemplo yo, abrazo a mi muñeca porque era lo que a mí me gustaba hacer cuando era niña, así que ahora que ya te reconciliaste con tu niño interior ¿se te antoja un dulce que comías cuando eras niño? cómelo, el punto es que el niño interior, tu niño interior eres tú mismo así que abrázalo siempre y consiéntelo cada vez que se te dé la gana.