Como quisiera que nuestras autoridades eclesiásticas católicas recuperaran su compromiso real de ser factor penetrante en las conciencias de los mexicanos, dirigiéndonos a la construcción del auténtico bien común y no dejándonos a la deriva pera que en nuestra confusión, construyamos el bien común aparente y cambiante.
Es innegable que el mundo se debate en una crisis de valores y los confunde, definiendo BUENO LO QUE ES MALO Y MALO LO QUE ES BUENO. Esta práctica fue denunciada desde hace más de 2,000 años por los textos bíblicos y en su momento la Iglesia Catolica ha insistido en denunciarla cuando en pasajes claves de la historia se ha hecho presente. Sin embargo, tristemente veo que hoy, ante los embates ideológicos existentes en el mundo, que crean polarización y división social, permanece al margen de la confrontación política, aún y cuando en medio de esta confrontación se presente la generalización en ta tergiversación de valores que antes comenté.
Cristo pidió al Padre: "QUE TODOS SEAN UNO COMO TÚ YO SOMOS UNO." Esto significa que la confrontación y la pérdida de valores éticos van contra el deseo divino de que seamos uno, vivamos en armonía, practiquemos en su profundo significado de compromiso y entrega la conjugación del verbo amar, siempre en presente y en primera persona del plural (NOSOTROS AMAMOS), a modo de dejar significante huella para el pasado y camino para el futuro. Pero ante la crisis de valores hemos olvidado como amar e insistimos en vivir el EGOÍSMO EXTREMO.
La división es obra del demonio y ante la persistencia de provocar la confrontación de parte de López Obrador y sus secuaces de MORENA, un buen amigo sacerdote jesuita, me dió una lección al decirme, nosotros estamos para anunciar el Reino para todos y lo entiendo, es prioridad buscar por caminos de paz la unión de los mexicanos y que bueno que así sea: "SI TU HERMANO TE OFENDE HABLA CON ÉL A SOLAS Y SI TE ESCUCHA HAS GANADO UN AMIGO, PERO SI NO LO HACE HABLA CON ÉL EN MEDIO DE VARIOS Y SI NO TE ESCUCHA TRÁTALO COMO UN PAGANO", esto es VUÉLVELE A PREDICAR EL EVANGELIO Y ANÚNCIALE NUEVAMENTE EL REINO, SE PERSEVERANTE EN LA FE, DA EJEMPLO DE VIDA Y LLEGARÁ EL DÍA EN QUE TU HERMANO SE CONVERTIRÁ.
Todo muy bien, pero persiste la crisis universal de valores (incluso entre cristianos) y su tergiversación, pareciéndome que nuestra Madre la Iglesia Católica no reitera con suficiente fuerza la necesidad de repudiar el mal que los acomodaticios y los víctimas de ideologías disfrazan de bien o lo llaman el bien menor. A mí juicio, éticamente el bien siempre es bien y el mal siempre es mal, de modo que me cuesta trabajo conciliar políticamente el tema, cuando la oferta política que hay entre las fuerzas contendientes está cargada en ambos casos de "CULTURA DE LA MUERTE."
Como quisiera que contáramos con muchos pastores que nos orienten en esta hora de nuestra historia en que está en juego el futuro de una Patria infectada por las ideologías malévolas solapadas y camuflageadas en silencio en un mar de acciones y propuestas políticas, como quisiera que todos tengamos el coraje y la valentía de hurgar en nuestras conciencias, en oración frecuente para que el Señor, el único bueno nos ilumine. Como quisiera terminar está batalla construyendo la paz y que todos optemos por el bien.
Como quisiera tener pastores como Don Adalberto Almeida y Merino que defendió nuestra patria chica de los atropellos del fraude electoral. En su memoria busqué en Google información sobre su desempeño cuando le arrebataron la gubernatura a Pancho Barrió, siendo Secretario de Gobernación el nefasto Manuel Bartlett, a quien se le calló el sistema cuando el fraude electoral mediante el cual le arrebataron la presencia a Cuauhtémoc Cárdenas. Sirvan estás notas para recordarnos que por encima de todo está LA VERDAD.
AQUÍ TENEMOS PUES ALGO PARA RECORDAR DE DON ADALBERTO ALMEIDA Y MERINO PARA QUE NOS SIRVAN PARA DARNOS ESPERANZA DE QUE SIEMPRE ES POSIBLE CAMBIAR EL RUMBO DE LA HISTORIA.
"En medio de las múltiples movilizaciones de oposición ante el supuesto fraude electoral de 1986 en Chihuahua, animadas principalmente por organizaciones católicas, la jerarquía decide el 13 de julio cerrar los templos el domingo siguiente para protestar contra el fraude electoral. El domingo señalado, Almeida Merino hizo leer en todos los templos del estado una fuerte homilía de denuncia; sin embargo, el delegado apostólico, Girolamo Prigione, ordenó cancelar esta acción y se comunicó con el Vaticano, respondiendo así a la solicitud del entonces secretario de Gobernación, Manuel Bartlett.
Pocos días después, los obispos de Chihuahua recibieron una notificación tajante de Roma que les ordenaba suspender las medidas de protesta; bajo la ley canónica era ilegítimo suspender el culto. Los obispos se plegaron al Vaticano y al gobierno del entonces presidente Miguel de la Madrid. Sin embargo, el precedente estaba dado: la Iglesia católica se había atrevido a tocar de manera amenazante un momento de debilidad estructural y una de las fibras más sensibles en que se había apoyado tradicionalmente el viejo sistema político mexicano. Muchos obispos respaldaron al arzobispo y repudiaron, ad intra, el colaboracionismo entreguista de Prigione. Sin duda fue un parteaguas que marcó la irrupción política de la Iglesia, favorecida por el declinamiento, la erosión paulatina del sistema político.
El “caso” Chihuahua marca una nueva etapa de negociación y de correlación política entre la Iglesia y el Estado; dos instituciones que, manteniendo intactos su principios, habían desgastado su pacto inicial de convivencia y se disponían a renegociar. La Iglesia católica, mediante la presión pública y social, perfectamente coordinada con la negociación privada, cupular y tradicional, obtendría una serie de triunfos que culminarían con “el fin de la simulación”, es decir, se modificaría la Constitución y se entablarían relaciones diplomáticas con el Vaticano. La acción de Almeida Merino a la larga significó un proceso de reacomodo de actores.
La jerarquía católica, durante décadas identificada con el reaccionarismo político petrificado, de pronto emerge identificada con los reclamos sociales de democracia y de nuevas reglas de juego, así como la inclusión de nuevos jugadores en el complejo entramado político. Finalmente, tanto al arzobispo de Chihuahua como al obispo de Juárez se les asignaron, antes de su jubilación, obispos coadjutores para neutralizar su tarea. A Talamás le impusieron nada menos que a Juan Sandoval Íñiguez, y a monseñor Adalberto a José Fernández Arteaga.
Almeida Merino, un obispo civilista al que nuestra incierta democracia le debe mucho.
Y partir de lo anterior, tu primero eliges y después votas, o permites que te impongan candidat@s para que no te quede más remedio que votar entre l@s que te imponen?
Para ti, en qué casos aplica la elección del mal menor sobre el mal mayor? ¿Cuál es el criterio ético que aplicas para decidir?