En Guadalupe y Calvo, el terror ha tomado forma de drones asesinos, ráfagas de metralla y el luto de familias arrancadas de su hogar. La sombra del narcoterrorismo ha sumido a nuestra gente en un estado de sitio no declarado, donde la ley no es la Constitución, sino el miedo. Hoy, las madres lloran la desaparición de sus hijos, los padres sepultan a sus seres queridos y cientos de familias han sido desplazadas, obligadas a abandonar la tierra que forjaron con su esfuerzo y amor.
Las recientes masacres, secuestros y ataques a nuestras fuerzas armadas mediante drones armados han llevado la violencia a un nivel de barbarie inadmisible. En las calles de Guadalupe y Calvo, la guerra no es una metáfora, es una realidad brutal. ¿Cuántos muertos más necesita el régimen centralista para actuar? ¿Cuántas familias más deben ser destrozadas antes de que se asuma la responsabilidad de proteger a los mexicanos que hoy son rehenes del crimen organizado?
Por ello, como el primer servidor de los chihuahuenses, presenté ante el Congreso del Estado de Chihuahua la iniciativa para exigir al gobierno federal la declaratoria de estado de emergencia en Guadalupe y Calvo. Con el respaldo del Congreso local, hemos dado el primer paso para que la Federación asuma su responsabilidad en el combate a estos grupos narcoterroristas que han despojado a los chihuahuenses de su paz y seguridad.
El régimen no puede seguir volteando la cara ante la tragedia que vivimos. Exigimos la presencia inmediata de las fuerzas federales, de la Guardia Nacional, del Ejército y de la Marina con la misión de erradicar la violencia y devolver la tranquilidad a nuestra gente. Guadalupe y Calvo también es México, este es el momento para que los responsables de la política de seguridad se apersonen en la Sierra de Chihuahua, que respondan en la hora buena, que estén en donde se les necesita y no detrás de un escritorio en la Ciudad de México.
Cada día que pasa sin que se tomen acciones contundentes, sin que se reconozca el narcoterrorismo que Chihuahua padece, sin que se dé un golpe en la mesa para combatir a quienes lastiman sin piedad, más chihuahuenses son condenados al sufrimiento, al desplazamiento forzado y a la muerte. Desde esta trinchera, continuaré luchando para que nuestra gente recupere lo que le han arrebatado: su hogar, su vida y su dignidad. La declaratoria de emergencia en Guadalupe y Calvo no es solo una petición, es un clamor de justicia.
El régimen centralista tiene la última palabra: o actúa ahora o carga con la culpa de cada vida perdida en esta guerra impuesta por la impunidad.