A ti ciudadano.
Hablar del rock en español sin mencionar a Caifanes es prácticamente imposible. La banda mexicana, surgida a mediados de los ochenta, rompió esquemas, fusionó géneros y construyó un legado que, hasta hoy, sigue marcando generaciones.
Su historia está llena de creatividad, tensiones internas, separaciones, reencuentros y momentos memorables que los han convertido en una de las agrupaciones más importantes de América Latina.
Antes de convertirse en Caifanes, Saúl Hernández, Alejandro Marcovich y Alfonso André formaron parte de Las Insólitas Imágenes de Aurora en 1984. Este proyecto, surgido de manera casi fortuita para financiar una tesis universitaria, sirvió como laboratorio creativo para lo que más tarde sería una de las bandas clave del rock mexicano.
En 1987, Saúl Hernández decidió dar forma a un nuevo proyecto junto a Diego Herrera, Sabo Romo y Alfonso André. El nombre Caifanes provenía del argot urbano para referirse a alguien astuto y de respeto, aunque también se relaciona con la película Los Caifanes de 1967.
El grupo debutó en abril de ese año en el club Rockotitlán, un espacio fundamental para el movimiento del rock en México.
En 1988 lanzaron su primer disco homónimo, conocido como Mátenme porque me muero, que incluyó canciones como Viento, Amanece y una versión de La negra Tomasa, que les abrió paso a un público masivo. Pese al escepticismo inicial de algunas disqueras por su estética gótica y propuesta distinta, Caifanes pronto se convirtió en una sensación.
Con El diablito (1990), ya con Alejandro Marcovich en la guitarra, llegaron clásicos como “La célula que explota” y Antes de que nos olviden, este último un homenaje a las víctimas de la represión en Tlatelolco en 1968. La fusión entre rock y elementos de la música mexicana les dio un sello inconfundible.
En 1992, el lanzamiento de El silencio —producido por Adrian Belew, exintegrante de King Crimson— los consolidó a nivel internacional. Canciones como No dejes que, Nubes y Afuera se convirtieron en himnos que aún hoy se corean en cada concierto.
Su último disco de estudio, El nervio del volcán (1994), incluyó temas como Ayer me dijo un ave, pero también marcó el inicio de tensiones que terminaron con la separación del grupo en 1995.
La historia de Caifanes también está marcada por cambios en su alineación. Sabo Romo, bajista fundador, dejó la agrupación por primera vez en 1993, en medio de tensiones tras la gira de El silencio. Por su parte, Alejandro Marcovich se integró en 1989 y permaneció hasta 1995. Aunque participó en el reencuentro de 2011, su salida definitiva ocurrió poco después.
Tras la ruptura, Saúl Hernández fundó Jaguares, proyecto con el que continuó explorando el rock en español durante más de una década.
Caifanes se reuniría una vez más en 2011 para el Festival Vive Latino, con un concierto histórico ante más de 70 mil personas. Desde entonces, Caifanes volvió a los escenarios con Saúl Hernández, Alfonso André, Sabo Romo y Diego Herrera como núcleo principal, aunque sin Alejandro Marcovich, con quien persisten diferencias irreconciliables.
Sin embargo, el reencuentro de Caifanes no sería miel sobre hojuelas, y es que entender a una de las bandas más importantes de México, sería imposible sin las tensiones y distensiones entre sus integrantes. Si bien Sabo Romo estuvo tocando nuevamente con la banda desde 2011, la banda lo despidió, sin notificación previa, 10 años más tarde.
Hasta hoy Caifanes continúa tocando sin Sabo Romo y sin Marcovich, con Saúl Hernández, Alfonso André y Diego Herrera como núcleo principal.
El género de Caifanes es difícil de encasillar. A lo largo de su carrera han fusionado rock gótico, new wave, psicodelia y ritmos latinoamericanos, creando una propuesta innovadora. Sus letras, cargadas de metáforas y simbolismo, abordan temas como el amor, la espiritualidad, la muerte y la historia de México, lo que les permitió conectar profundamente con su audiencia.
Canciones como “La célula que explota”, “Antes de que nos olviden”, “Afuera” y “Viento” forman parte de la memoria colectiva del rock en español y figuran entre las más representativas del género.
Uno de los episodios más recordados de la historia de Caifanes sucedió el 19 de febrero de 1995, cuando ofrecieron un concierto gratuito en la explanada de la alcaldía Venustiano Carranza, organizado por Radio Centro.
El evento reunió a unas 40 mil personas y comenzó desde la mañana bajo un intenso calor. Con el paso de las horas, la multitud se tornó difícil de controlar. Hubo lanzamiento de piedras y botellas, daños a vehículos de la estación de radio y patrullas, incendios menores y enfrentamientos que obligaron a la intervención de la policía con gas lacrimógeno.
El concierto terminó en caos y quedó marcado como uno de los momentos más turbulentos en la historia de la banda, justo poco antes de su separación oficial.
El pasado 15 de septiembre de 2025, Caifanes volvió a hacer historia con un concierto gratuito en la explanada de la alcaldía Venustiano Carranza, en la Ciudad de México. El evento, realizado en el marco de las celebraciones patrias, reunió a miles de asistentes que corearon cada una de sus canciones en una noche que confirmó, una vez más, que la banda sigue siendo un símbolo de identidad cultural y musical.
Con este espectáculo, Caifanes reafirmó que su música trasciende generaciones y que su legado no solo pertenece al pasado, sino que sigue latiendo con fuerza en el presente.