1RFRIpMEn El otoño del patriarca, Gabriel García Márquez retrata con brutal poesía la eternidad del poder militar hecho gobierno. Su protagonista gobierna sin contrapesos, sin leyes reales, sin oposición legítima. En su universo todo es obediencia, y el paso del tiempo es solo la prolongación del mandato. Es un país detenido bajo el peso de un solo poder: el del patriarca. Hoy, México parece encaminarse a esa imagen, pero no en otoño (como metáfora de un régimen en decadencia), sino en primavera, cuando todo comienza a florecer.1RFRIpM Omnia.com.mx
1RFRIpMEl pleno de la Cámara de Diputados aprobó una iniciativa que cambiará radicalmente el equilibrio entre el poder civil y el militar. Se trata de la propuesta enviada por el Ejecutivo para expedir la nueva Ley de la Guardia Nacional, en la que se contempla una figura ambigua pero peligrosa: la licencia especial para que elementos militares en activo puedan desempeñar cargos de elección popular o asumir funciones civiles en cualquier dependencia gubernamental.1RFRIpM Omnia.com.mx
1RFRIpMEste permiso “especial” se otorgaría cuando la persona titular del Ejecutivo Federal así lo disponga. Es decir, bastaría con una orden presidencial para que un militar en funciones pase, sin dejar de serlo, a ocupar un cargo civil, legislar, administrar justicia o incluso competir por una elección. El uniforme, en lugar de ser dejado en el cuartel, entra legalmente al aparato civil del Estado.1RFRIpM Omnia.com.mx
1RFRIpMLa ambigüedad de la redacción es alarmante. No se precisa si este permiso aplica a cualquier tipo de elección (diputados, senadores, presidentes municipales, gobernadores, incluso la presidencia) , ni si existirá un mecanismo de control civil independiente. Es una puerta abierta a la participación política de quienes, por diseño constitucional, deberían estar subordinados al poder civil y alejados de las urnas.1RFRIpM Omnia.com.mx
1RFRIpMEste momento no es el colapso del régimen civil: es su transformación paulatina. Como en la novela de Márquez, el poder militar no entra con tanques, sino con decretos. No interrumpe la democracia con un golpe, sino que se infiltra lentamente bajo el amparo de la legalidad. La primavera del patriarca es ese tiempo en que lo militar reverdece, se normaliza, florece en funciones para las que nunca fue diseñado.1RFRIpM Omnia.com.mx
1RFRIpMDesde hace años, México ha dado señales claras de esta militarización progresiva. Las Fuerzas Armadas construyen aeropuertos, operan trenes, manejan aduanas, refinerías, farmacias y distribuyen vacunas. Ahora, la última frontera es la política electoral y administrativa. Con esta reforma, el ejército no solo patrulla las calles, sino que también aspira a gobernarlas.1RFRIpM Omnia.com.mx
1RFRIpMLo que parece una reorganización administrativa es, en realidad, una reorganización del poder. Estamos transitando de un modelo donde los civiles ejercen el mando y los militares obedecen, a uno donde los militares pueden ser candidatos, funcionarios o legisladores sin dejar de ser parte activa de la fuerza armada. Es un cambio estructural disfrazado de procedimiento legal.1RFRIpM Omnia.com.mx
1RFRIpMEn El otoño del patriarca, el dictador nunca termina de irse. Siempre hay una manera en que vuelve, disfrazado de necesidad, de orden, de estabilidad. Hoy, ese regreso no es el del caudillo, sino el del general institucionalizado. La primavera del patriarca no es otra cosa que el florecimiento de un viejo poder que ahora se legitima con leyes nuevas.1RFRIpM Omnia.com.mx
1RFRIpMSi México no detiene esta tendencia, el país que florecerá no será más fuerte, ni más justo, ni más democrático. Será uno donde el uniforme no solo vigila la vida pública, sino que también la administra y la dirige. La historia ya nos enseñó a qué conducen esas primaveras mal entendidas. Ojalá no tengamos que esperar al invierno para darnos cuenta.1RFRIpM Omnia.com.mx