
No somos desechables, estamos rotos pero tenemos compostura.
Los humanos somos una especie que necesita del otro, desde que nacemos. Somos mamíferos, necesitamos el contacto, necesitamos el alimento de nuestra madre.
Luego necesitamos pertenecer a "una tribu" que nos proteja, afuera solos nos comen los depredadores.
Desde que llegamos a este mundo buscamos la seguridad que garantice nuestra supervivencia. Nuestra esencia busca el bien, nuestro corazón está lleno de anhelos, anhelamos sentirnos amados, aceptados, valorados, reconocidos.
Pero es un mundo fragmentado, herido, que hiere, nuestros corazones se lastiman en algún momento y vamos formando una capa protectora, una parte de nosotros se dedica a protegernos para sobrevivir... pero a veces esas protecciones no son las más sanas, peleas, gritas, te defiendes cuando te sientes amenazado, tu mente está alerta y no te deja dormir, ni concentrarte, y de pronto te das cuenta que hay cosas de ti que no te gustan, te enojas, y reaccionas, luego te enojas contigo porque "tú no eres así". Luego un día dejas de dormir bien, te preocupan tantas cosas y luego descubres que desbordas de ansiedad.
Llega el momento en que lastimas y alguien se aleja, ya no confía en ti, te cambia como si fueras desechable. Y entonces tus anhelos de ser aceptado, valorado y amado se vacían.
Te enojas, intentando retomar el control de las cosas, y sale peor, ahora estás frustrado y después... sientes el vacío. No sabes cómo volver atrás, reparar, pedir perdón, cambiar.
Pero la gente dice que "tú nunca vas a cambiar", tu corazón solo quiere sentirse amado y no sabes cómo lograrlo, pero él sabe que por dentro eres bueno, capaz de amar, esa parte enojona te está saboteando. A lo mejor alguien te etiquetó hace muchos años con una o varias etiquetas negativas… y equivocadas, porque dentro de ti, tu sabes que no eres esa persona.
La cultura actual nos ha hecho menos empáticos, más egoístas, más intolerantes. Probablemente porque los demás también han tenido sus heridas y se han querido proteger, pero, así como en las películas apocalípticas que viven en un ambiente de “matar o morir”, pareciera que no hay de otra. Las personas dejan de creer en el matrimonio, mujeres dejan de creer en los hombres, hombres creen que todas las parejas son tóxicas, queremos ser independientes para que no nos lastimen…. Y queremos callar al corazón para que no grite que sigue anhelando amar y ser amado, porque se ha perdido la esperanza de que ese anhelo se pueda satisfacer.
Entonces en medio de esta cultura desechable, pareciera que si “la relación no funciona” entonces “se tira a la basura” y “se compra una nueva”, no se da la oportunidad de restaurar la relación, no se trata de seguir en lo mismo y aguantar que nos sigan lastimando, sino de transformar la relación en lo que está llamado a ser.
Retomando el tema de los anhelos e instintos, el corazón siempre va a buscar amar y ser amado porque así estamos hechos. Sí podemos cambiar, somos perfectibles, no nacemos con virtudes, nacemos con un temperamento y tenemos que ir cultivando las virtudes. Tenemos que empezar por descubrir y sanar nuestras heridas, para estar bien para el otro.
Sí tenemos compostura, no somos desechables. Para poder reparar el corazón primero tenemos que acercarnos con cuidado, poco a poco ir descubriendo las heridas, para poder ir curándolas. Para descubrir esas heridas es necesario hacer silencio para escuchar a tu cuerpo, ir recordando esos momentos que fueron dejando una huella. Si tus heridas son profundas y no solo recuerdas, sino que revives y vuelves a sentir ese miedo, o esa herida, entonces vas a necesitar ayuda profesional, porque hay una respuesta traumática, no entres tu solo en ese terreno. (yo te puedo ayudar)
Si tu eres alguien que alejaste a personas, recuerda siempre que no eres desechable, no pierdas la esperanza en ti mismo, hay mucho trabajo interior por hacer. Si tu te cansaste de esperar el cambio en otras personas, tu corazón también está herido, también es importante repararlo y no solo silenciarlo.
Empieza a registrar los eventos o situaciones que te alteran y te quitan el sueño, ¿qué pasó? ¿con quien estabas? ¿qué emoción vino a ti? ¿dónde lo sentiste en tu cuerpo? ¿Cómo se siente? ¿Desde cuando aprendiste a reaccionar así?
Espera el siguiente artículo sobre la ansiedad.
M.C.F Marisa Menchaca Sepúlveda
Familiólogos de Chihuahua, A.C.