
A ti ciudadano.
El Día de Muertos en Xochimilco se vive como en ningún otro lado. Y es que si la celebración de Día de Muertos ya es colorida y fascinante, el entorno natural de Xochimilco le da un toque especial a la ocasión. Raíces prehispánicas y expresiones más contemporáneas de esta tradición convierten a la zona chinampera en un escenario vivo de la memoria y el misticismo mexicano.
Los pueblos originarios de Xochimilco conservan una profunda conexión con la tierra y el ciclo agrícola, lo que se refleja en sus rituales del Día de Muertos. Las familias preparan altares con flores de cempasúchil cultivadas en las chinampas, colocan alimentos, velas, fotografías y agua bendita, y acuden a los panteones con música y comida para acompañar a las almas que regresan.
Los barrios de San Gregorio Atlapulco, Santa Cruz Acalpixca y Santiago Tulyehualco son algunos de los que más preservan estas costumbres. En sus calles se organizan procesiones con veladoras, concursos de ofrendas y representaciones teatrales al aire libre.
Una de las experiencias más buscadas es el paseo nocturno en trajinera durante el Día de Muertos.
Diversos embarcaderos —como Belén, Nativitas, Cuemanco y Fernando Celada— ofrecen recorridos especiales entre el 31 de octubre y el 2 de noviembre, aunque las fechas pueden variar ligeramente cada año.
Estos paseos incluyen narraciones de leyendas locales, visitas a ofrendas comunitarias y paradas frente a la famosa Isla de las Muñecas, donde cientos de figuras colgantes custodian el silencio del canal.
Algunas experiencias incluyen degustación de pan de muerto y café, música en vivo o breves representaciones inspiradas en relatos de ultratumba.
El ambiente es único y transita entre la espiritualidad y la fantasía, con el reflejo de las velas sobre el agua, el sonido del remo y el aroma a copal.
Cada temporada de Día de Muertos, uno de los eventos más emblemáticos es el espectáculo de La Llorona en Xochimilco, una puesta en escena que combina teatro, danza, canto y proyecciones sobre el agua. La obra se presenta desde hace más de dos décadas en el Embarcadero Cuemanco y se ha convertido en una de las expresiones culturales más representativas de la zona.
El público aborda trajineras que se deslizan lentamente por los canales hasta llegar al escenario principal, donde se desarrolla la historia de la mujer que, según la leyenda, llora por la pérdida de sus hijos. Sin embargo, esta versión va más allá del mito: incorpora elementos de la cosmovisión mexica, temas de identidad y respeto por la naturaleza, todo acompañado por música en vivo y un entorno visual hipnótico.
La experiencia dura aproximadamente dos horas e incluye el recorrido nocturno, la función y el regreso entre luces, tambores y cantos. Es recomendable llevar abrigo, llegar con anticipación y reservar con tiempo, ya que las funciones suelen agotarse rápidamente.
Además de los recorridos nocturnos, hay propuestas que integran la gastronomía y el aprendizaje artesanal. Algunas trajineras ofrecen la experiencia del amaranto, donde los visitantes pueden preparar su propia calaverita y conocer la historia de este cultivo ancestral que se produce en la región.
Durante el paseo se sirven bebidas calientes, pan de muerto y dulces típicos. Estas actividades suelen ser organizadas por cooperativas o productores locales, lo que permite apoyar directamente a las comunidades de Xochimilco.
El Día de Muertos en Xochimilco es una experiencia que une la devoción con la belleza natural. Aquí, la tradición navega sobre el agua: las trajineras se convierten en altares flotantes, las leyendas cobran vida entre la niebla y el reflejo de las velas ilumina el recuerdo de quienes ya partieron.
Cada año, las familias xochimilcas mantienen viva esta herencia milenaria y abren sus canales a todos los que desean comprender el alma del México profundo.
Por: Víctor Hugo Estala Banda.