Pedro Zuloaga Hirigoyti; el científico chihuahuense mas destacado de todos los tiempos

Investigación y Edición de José Luis Muñoz Pérez.

Es quizá el científico chihuahuense más destacado de todos los tiempos. Por supuesto, en la consideración existen otros distinguidos competidores, lo que enaltece su figura, pues patentiza que Chihuahua no es un terreno yermo en la materia. Es también, paradójicamente, muy ignorado por sus coterráneos y uno de los factores que más pesan en su contra es la alcurnia familiar de la que procede. 

Otro, sin duda, su filiación política de oposición. Pero Pedro Zuloaga figura en los altos sitiales por su prestigio internacional y la humanidad debe agradecerle que haya evitado que importantísimos conocimientos documentados de su amigo y colega Albert Einstein cayeran en manos de los nazis. De no ser por él, los hubieran encontrado en el laboratorio que Einstein tuvo que abandonar en Münich y Hitler hubiera tenido la bomba atómica. 

De su permanente actualización científica, aún lejos de los grandes centros de investigación es una asombrosa perla probatoria un artículo publicado en el número 119 de la revista La Nación del 22 de enero de 1944, que estremeció a los escasos lectores que pudieron entender su significado y trascendencia, intitulado Noticia de Sumo Interés: Una Posible Bomba Atómica”. 

Pudiera ser la primicia mundial de la existencia de la bomba, pues se publicó un año y medio antes de que estallara en Japón y no he encontrado en esta indagación ningún precedente. 

Luego, el 18 de agosto de 1945, 12 días después del bombardeo a Hiroshima y a 9 del de Nagasaki, Zuloaga publicó en la edición 201 de La Nación otro artículo, titulado “El Proceso de la Bomba Atómica”, donde da cuenta de pormenores inéditos a nivel mundial. 

Polímota, físico, matemático, filósofo, filólogo, humanista, pianista, escritor, traductor, político, nació en Chihuahua un día como hoy 10 de noviembre, en 1891, hijo del terrateniente Carlos Zuloaga Cuilty, quien llegó a poseer un latifundio de seiscientas cuarenta y seis mil ochenta y cuatro hectáreas,poco más de una y media veces el actual Estado de Tlaxcala, un 10 por ciento más grade que Colima. 

Una representación geométrica sería un rectángulo de 64 kilómetros de ancho por 100 kilómetros de largo, más otras 6 mil hectáreas. 
Comprendía la Hacienda de Bustillos, la Hacienda de Rubio, la Hacienda La Quemada, Satevo, Hacienda La Laguna, La Lagunita, La Noria, la Hacienda Malanoche, Tepehuanes, Hacienda Santa Catalina y otras posesiones aledañas conocidas como Bustillos y Anexas, de las cuales fue parte San Antonio de los Arenales, donde se asientan el actual municipio y la Ciudad Cuauhtémoc; y de María Felícitas de los Dolores Hirigoyti Gómez del Campo, de ascendencias vasca la paterna y franco-vasca la materna. Su tío Leonardo Zuloaga también poseía un enorme latifundio en Durango y unos primos otro en Sonora. 

La historia de ese latifundio no es muy larga. En mayo de 1843 el gobierno del estado vendió los terrenos de La Laguna al señor Gabino Cuilty. En 1858 Cuilty le vende la hacienda a su yerno Luis Terrazas, quien la compra en sociedad con Pedro Zuloaga y Carlos Moye. En 1869, Carlos Moye le vende su parte a Luis Terrazas y en 1870 éste se la vende a Pedro Zuloaga. Ya dueño absoluto en 1874 Pedro Zuloaga manda construir la Casa Grande, las caballerizas, los toriles de cantera y la capilla dedicada a la Sagrada Familia, que aún existen, propiedad de la familia Madero. La capilla de la Sagrada Familia, construida en 1899, está sostenida por diez columnas de cantera de estilo gótico, enriqueciendo su interior bellas piezas de arte sacro traídas de Europa por su dueño, con otros exquisitos ornamentos. Tiene una gran cruz de hierro en la cúpula, una escalera arqueada en el exterior conduce a los desvanes situados arriba del altar, conformando una notable joya arquitectónica. La construcción duró dos años, y se tomó como modelo la iglesia Saint-Etienne de París, Francia. Al frente y arriba de la capilla se encuentra un majestuoso reloj. 

Después de la revolución continuó el tañer de las campanas llamando a los pobladores de los ejidos, donde se oficiaba misa y nadie estaba obligado a diezmo. En el jardín de los cerezos, locación fílmica de la película del mismo nombre, se construyó un reloj de sol, que hoy en día aún funciona.Don Pedro Zuloaga murió en el año de 1883, quedando al frente de la hacienda su hijo Carlos, el padre de Pedro. En 1885 Carlos denunció las tierras baldías vecinas a favor de la Hacienda de Bustillos, ampliando sustancialmente su posesión. 

Tuvo Pedro 5 hermanos, un varón, Leonardo, y cuatro mujeres: Carmen Zuloaga de Kraft, Luz Zuloaga de Madero, María Zuloaga de Muñoz y Marta Zuloaga de Luján. El abuelo paterno de Pedro era un español que se avecindó en Chihuahua en 1845. Casó con Luz Cuilty, hermana de Carolina, esposa del general Luis Terrazas. Otra de sus hermanas, Paz Cuilty, fue la madre del gobernador y ministro porfirista Enrique C. Creel. La Hacienda de Rubio era administrada por Alberto Madero, casado con Luz Zuloaga. Estabanemparentados con los acaudalados sonorenses Tomás, Luis y Félix María Zuloaga Trillo, el militar y político que encabezó el por medio del cual fue nombrado Presidente interino de México, al comienzo de la guerra de Reforma, en oposición al presidente Benito Juárez. 

A esta alcurnia me refiero cuando digo que afectó sustancialmente su fama y reconocimiento oficial y social, pues en el México revolucionario y priísta fue un pecado político y motivo de urticaria pertenecer a esas familias. Más aún, siendo Pedro mismo cofundador del PAN, en febrero de 1939, como delegado por Chihuahua, además de integrante del primer Consejo Nacional y miembro de la Comisión 
Redactora de los Principios y Doctrina, junto con su paisano y coetáneo Manuel Gómez Morín, rector de la Universidad Nacional y fundador del Banco Central, hoy Banco de México, con quien lo hermanaban paisanaje, militancia, enfoque y el lema existencial “Austeridad y Trabajo”. Militó activamente en este partido hasta su muerte.

En la Hacienda de Bustillos estableció Francisco I.Madero su gobierno y cuartel general, del 29 de marzo al 8 de abril de 1911, por mediación de su tío Alberto Madero, quien le brindó cobijo luego de sufrir una herida en la batalla de Casas Grandes, para lograr la concentración de las guerrillas dispersas y organizar una estrategia. Allí conviven Abraham González y Francisco Villa al igual que Pascual Orozco, conformándose el primer ejército maderista con dos mil hombres. A esta reunión se le llamó la Conferencia de la Hacienda de Bustillos.

Se dice que en alguna ocasión Pedro le salvó la vida al futuro Centauro del Norte. Según un artículo publicado en el Diario de Chihuahua por el periodista Juan Carlos Núñez, el propietario de la empresa de paseos turísticos “Chihuahua Bárbaro”- ubicada en la que fue la Quinta Zuloaga- Orlando Barraza, quien además es investigador de la historia local, cuenta que en aquellos años el robo de ganado era un delito grave que solía pagarse con la vida, ya que los rurales como se le conocía a la policía del campo aplicaban la ley fuga a los abigeos,que así se les llama a los ladrones de ganado. 

Un día los caporales de su hacienda informaron a Don Pedro que los rurales habían capturado a un jovencito que había robado un par de mulas. Don Pedro, imaginando la suerte que correría el muchacho, cabalgó hasta el lugar donde tenían al detenido y les dijo a los policías: “suéltenlo, yo le regalé esas mulas”. Ese muchacho se llamaba Doroteo Arango y jamás olvidaría el favor. Cuando Villa fue gobernador nunca tocó la Hacienda de Bustillos, como lo hizo con otros latifundios. 

La hacienda se fue desintegrando poco a poco. En 1922 Álvaro Obregón autorizó la venta de 100 mil hectáreas al primer grupo de menonitas que llegó a México huyendo de Canadá, donde nuevas leyes los obligaban a prestar servicio militar, lo cual se opone esencialmente a sus creencias y prácticas religiosas. Una comitiva integrada por Klass Heide, Cornelius Rempel y el reverendo Julius Lowen, así como Benjamín Goertzen, Johann Loepky, Hague Osler y David Rempel, se entrevistó con el agente de bienes raíces Arturo J. Braniff para evaluar opciones de tierras. Exploraron distintos estados y finalmente se decidieron por las llanuras de Chihuahua. En reunión celebrada con el presidente Obregón el 17 de febrero de 1921, los solicitantes menonitas expusieron su necesidad territorial y condiciones especiales para inmigrar y mantener su forma de vida.

En respuesta a la petición formal por escrito, la Presidencia de la República autorizó una semana después: “A los representantes de la Old Colonia Reinland Mennonite Church...”

No estarán ustedes obligados al servicio militar.

En ningún caso se les obligará a prestar juramento.

Tendrán el derecho más amplio de ejercitar sus principios religiosos y practicar las reglas de su iglesia sin que se les moleste o restrinja en forma alguna.

Quedan ustedes plenamente autorizados para fundar sus propias escuelas con sus propios maestros, sin que el gobierno los obstruya en forma alguna.

Posteriormente se agregarían dos aspectos más: El de decidir libremente su salida del país y el de vivir bajo la protección del Estado Mexicano.

Este grupo conformó la superficie adquirida en 100 campos, inicialmente las colonias Manitoba, conformada por 42 campos numerados del 1 al 42, y Swift Current con 17 campos numerados del 101 al 117, extendiéndose luego a Riva Palacio, Namiquipa, Cusihuiriachi, y recientemente a Ojinaga y Villa Ahumada.

Luego el gobierno de Lázaro Cárdenas pulverizó gran parte de las haciendas en ejidos. Los vestigios del enorme latifundio se convirtieron en pequeñas propiedades a nombre de la señoras Gabriela Muñoz y Laura Muñoz, hijas de Juan Muñoz Terrazas, de Blanca Gómez de Creel y del señor Federico Creel Gómez, esposa e hijo de Federico Creel Sisniega. Pedro casó con Bertha Meyer, también originaria de Chihuahua. Tuvieron un hijo, Carlos, que se casó en México con Bertha Benavides y que murió sin tener descendencia. También murió sin hijos Leonardo, el hermano de Pedro, por lo que el apellido Zuloaga de esta familia acabó por extinguirse.

LA FORMACION ESCOLAR

Sus primeros estudios los hizo Pedro en Chihuahua, con preceptores privados, entre ellos algunos sacerdotes católicos. Luego sus padres lo mandaron en 1907 a estudiar en la Academia Militar de Culver, en Indiana, y al año siguiente se inscribió en la preparatoria de Exeter, Massachusetts. Partió a Suiza a continuar sus estudios en la Universidad de Neuchatel. En el marco de una tutoría académica realizada en Berna, conoció de los trabajos de Albert Einstein sobre la estructura de la materia. Impresionado por las teorías del físico alemán se matriculó en la Universidad de Münich, en donde al cabo de los meses obtuvo del propio Einstein el nombramiento de ayudante de laboratorio y estudió ciencias físicas, matemáticas y filología. 

Ahí uno de sus profesores fue Arnold Sommerfeld, pionero de la física cuántica y atómica, cuyo nombre se asocia a la primera escuela de física teórica moderna y cuya obra escrita se difundió alrededor del mundo; traducida a múltiples idiomas,significó un pilar en la formación de las primeras generaciones en el campo de la física nuclear y fue una gran inspiración para Pedro en esa materia. De ahí desplegó un talento para la investigación que le valió reconocimiento, por lo reflexivo y meticuloso de su análisis científico.

A finales de la década de los veinte, fue invitado por el Premio Nobel de Física (1922) Niels Bohr para conocer de los trabajos que sobre mecánica cuántica se desarrollaban en el Instituto de Física Teórica de Copenhague; ahí pudo corroborar los resultados que Einstein realizaba en Münich sobre la fusión de la materia.

Posteriormente Pedro fue uno de los escasos ocho científicos de todo el mundo que pudieron en su tiempo explicar la teoría de la relatividad con precisión, según una encuesta realizada por la Universidad de Chicago poco antes de la Segunda Guerra Mundial, lo cual le dio relevancia internacional. Por ese motivo sostuvo durante años una relación epistolar con Einstein, quien luego lo invitó a reintegrarse en su laboratorio de física experimental, ya con calidad de investigador asociado. 

Al estallar la Primera Guerra Mundial, Zuloaga se vio obligado a regresar a su patria. Se detuvo un tiempo en España, país que amaba, y luego partió rumbo a Nueva York y de ahí a Chihuahua, donde por supuesto no había campo para la investigación científica, menos aún 
de su alto nivel. Luego de probar las grandes ligas no tuvo empacho en dedicarse modestamente a la enseñanza y a la reflexión de su saber en su tierra, sin interrumpir jamás sus permanentes estudios. Recibía con frecuencia por correo paquetes con libros y correspondencia procedentes de Europa y los Estados Unidos, donde tenía contactos. Radicó en la casa de sus padres, donde vivió su primera infancia, el sobrio edificio ubicado en la esquina de las actuales Avenida Ocampo y calle Victoria, aún en pie, lamentablemente deteriorado. 

En 1922, residiendo en Chihuahua, solicitó su ingreso a la American Association for Advancement of Science, para lo cual escribió un opúsculo sobre la teoría de la relatividad, que había sido reforzada por Einstein en 1915 con su teoría de la relatividad general. Zuloaga fue admitido de inmediato como socio con honores y recibió la felicitación no sólo por su contenido científico, sino también por el docto y refinado inglés empleado. 

Tras la salida intempestiva de Einstein de Alemania por el ascenso de Hitler al poder, Zuloaga se avocó al rescate de las bitácoras de las pruebas-validaciones de laboratorio realizadas por Einstein, arriesgando su vida y sacándolas del país, llevándolas consigo para evitar que cayeran en manos del régimen nazi y que desarrollara la bomba atómica. Dichas bitácoras fueron entregadas por Zuloaga al 
propio Einstein en el verano de 1938 en la ciudad de Nueva York. El propio Einstein había perdido u olvidado la secuencia precisa de algunas de sus pruebas, por lo que reencontrarse con ellas le diluyó un profundo pesar y le alivió la carga de tener que comenzar de nuevo con varias de ellas. 

UNA OBRA BIBLIOGRÁFICA IMPRESIONANTE

Se hicieron célebres las conferencias y exposiciones de Zuloaga dictadas dentro y fuera de México acerca del átomo y la desintegración atómica con ocasión de la catástrofe de Hiroshima en 1945, que estremeció a la humanidad. El público estaba ávido de saber detalles y muy pocos podían transmitirlos. 

Entre la gran cantidad de obra escrita por Zuloaga destacan sus libros “La bancarrota del materialismo en la ciencia” sin 
duda uno de los libros que mayor y más violenta polémica hayan despertado en el México de aquellos años (1938); “La fuerza atómica; Historia del hallazgo y enjaezamiento de la energía nuclear” (Jus, 1945) y “Cosmos y destino del hombre”, su obra maestra, 
publicada en 1933, Dos concepciones del espacio; El peritoneoscopio; Ecos del Congreso de Astrofísica; Anteojos dióptricos y catóptricos; Las consecuencias fisiológicas del vuelo en picada; Nuevos estudios sismológicos y geofísicos; El problema de las zonas áridas; La desintegración del átomo; La medicina del futuro; El estado actual de la televisión; Las profundidades del mar; Einstein 
y Newton frente a frente; Fe y realidad; El “misterio” de sismos y volcanes; Los viajes interplanetarios; El volcán “Paricutín” aleja las grandes sequías; El secreto de los nuevos torpedos alemanes; El sentido del gusto y la alimentación; Lenguas que habla el mundo; La domesticación de los microorganismos; La música en el trabajo industrial; Metafísica de la masa; Cuándo nació el mundo; El mundo físico y el espiritual; La cuarta dimensión; Minerales de México; El subsuelo del Distrito Federal; Filosofía y Física; El problema agrario de México; Usos del microscopio electrónico; La deforestación; Repercusiones de la bomba atómica; El uranio 
en México; El tsunami atómico; Una posible causa de cáncer; etc, etc. 

También fueron muy concurridas las sesiones políticas que organizó en su casa. El distinguido chihuahuense y contemporáneo de Pedro, aunque de menor edad, Julio Faesler, quien fue embajador de México en la India, recuerda: Los cuarentas eran los años en que el PAN nacía y era para mí una inspiración intensa al asistir a las reuniones en la Quinta Zuloaga, donde se reunían personas de la intelectualidad chihuahuense, allí en la calle Victoria. Unos cuantos nos reuníamos a hablar de que México tenía que salir de la oscuridad, del abuso estatal. Es el México recién surgido de turbulencias muy intensas, no sólo políticas sino también religiosas y es el momento en el que se necesitaban figuras que dieran rumbo, que dieran señal, que dijeran por dónde había que ir y don Pedro tenía la autoridad científica y académica para poder transmitir un mensaje humanista, vinculando estas convicciones a conceptos prácticamente teológicos que el Padre Theilard de Chardin expuso en su momento.

EL DECIMO PLANETA

En junio de 1942, en plena 2ª Guerra Mundial, Zuloaga sorprendió al público y aun a sus colegas más informados al hablar de la existencia de un décimo planeta en nuestro sistema solar, durante una convención en la UNAM. Según precisó, lo ubicaba en las inmediaciones de Urano y Plutón. Desconozco de dónde obtuvo la información, que ciertamente no tuvo gran eco en un mundo atrapado por el conflicto Julio Faesler Gong Gong. Pedro lo llamó el Décimo Planeta, 65 años antes de que fuera “descubierto” oficialmente. bélico que ya había trascendido a escala global con el ingreso de los Estados Unidos a la contienda y habían pasado apenas 6 meses del ataque a Pearl Harbor. 

Sin embargo, la existencia del décimo planeta, conocido como "Gong Gong" o "2007 OR10", fue formalmente confirmada el 17 de julio de 2007 por un equipo de astrónomos del prestigioso Instituto Tecnológico de California desde el observatorio Monte Palomar, integrado por Meg Schwamb, Michael. Brown y David Rabinowit, quienes ahora gozan de todo el mérito. Este intrigante cuerpo celeste ha sido objeto de intensas investigaciones y observaciones. Su presencia obligó a las altas esferas científicas y a la NASA a redefinir el concepto de planeta, por su tamaño de un diámetro aproximado de 1,230 kilómetros, y consecuentemente se acuño la denominación “Planeta Enano” en 2016, categoría de la que pasó a formar parte el propio Plutón, que mide 2 mil 376 km de diámetro, junto con Eris, Haumea y Makemake, otros cuerpos del cinturón de Kuiper o transneptuniano, que es una vasta extensión más allá de la órbita de Neptuno, el más alejado del sol de los planetas no enanos. 

Esta ubicación lo convierte en uno de los objetos más distantes y enigmáticos de nuestro sistema solar, en el llamado disco disperso, con una órbita pronunciadamente excéntrica, e inclinada que le lleva a una distancia de más de 101 UA del sol (una UA o Unidad Astronómica equivale a 149 mil 597 millones de km, que es la distancia media de la tierra a nuestra estrella). Tiene un satélite, llamado Xiangliu (su 
nombre se refiere a un monstruo serpiente de la mitología china al que se atribuyen inundaciones y desastres naturales) descubierto en 2010, gracias al cual se ha podido calcular su diámetro. Se le bautizó Gong Gong como el dios chino del agua, debido a que se ha confirmado que en su superficie posee cierta cantidad de hielo de agua. 

Es probable que la superficie de Gong Gong sea similar a la de Quaoar, otro cuerpo que orbita en el mismo cinturón debido a que ambos objetos muestran indicios de metano, que con otros compuestos volátiles les da su color rojizo. También se señala la posibilidad de que ha pasado por un proceso de criovulcanismo. No deja de asombrarme que Zuloaga haya conocido y publicado la información de la bomba, que era un secreto de altísimo nivel, como tampoco la de la existencia de este planeta, 65 años antes de que fuera “descubierto” por los científicos de Monte Palomar. ¿De dónde obtenía información tan restringida?

PUBLICACIONES LOCALES

En 1950 publicó en Tribuna, periódico de Chihuahua dirigido por Luis García Ramos -que se editó hasta que su edificio se desplomó el 1 de septiembre de 1955 por un incendio provocando la muerte de 3 trabajadores y dos voceadores- un largo artículo en cuatro partes, en el que explica magistralmente la teoría de la relatividad, por primera vez en México. Esos artículos fueron tecleados, según me relató alguna vez mi maestro Oscar W. Ching Vega –que participó en el rescate el día del incendio- por el entonces linotipista y futuro político Ramiro Alvídrez Frías, amigo de mi padre y también mío. 

Políglota y filólogo, Pedro dominó aparte de su lengua materna el griego y el latín, el inglés, el alemán, el francés y el italiano y otras en menor escala. Dotado de una gran sensibilidad estética, estudió también teoría de la música, composición y orquestación y fue en su juventud un espléndido pianista. En 1923 comenzó a escribir en un diario de Chihuahua unos artículos periodísticos cuya serie inauguró con uno titulado «En torno a la Quinta Sinfonía», en los que se nota su estilo brillante y su honda sensibilidad artística.

Fue memorable la conferencia científica que pronunció en el Instituto Científico y Literario, a principios de 1930, invitado por el Círculo Fraternal de esa institución, que era el nombre de la Sociedad de Alumnos. Cuando yo fui integrante de la directiva de ese “circulo” en 1967-68 aún se recordaba como ejemplo legendario aquella conferencia. 

Publicó innumerables artículos en diversas revistas mexicanas, norteamericanas y europeas,como Proa, Actividad, Revista Javeriana -de Colombia-, Ingeniería, Voz Nacional, La Nación -órgano del PAN- Lectura, que dirigía Jesús Guisa y Acevedo, Revista Chihuahua, en sus dos épocas, el Boletín de la Sociedad Chihuahuense de Estudios Históricos y muchas otras, además de El Correo de Parral, Excélsior, El Universal y El Nacional. 

No despreciaba las publicaciones por pequeñas y modestas que fueran para brindarles sus escritos. 

EINSTEIN DISTORSIONADO

Pedro Zuloaga fue siempre orgulloso de su trabajo y su relación con Albert Einstein, pero eso no le impidió ser un crítico al manejo que la propaganda judía hizo de la obra del insigne sabio y de su persona. Tal razón nos la proporciona con plena claridad una entrevista que le hace Bernardo López Ríos publicada en el número 185 de La Nación y que no tiene una coma de desperdicio, sino que en nuestra 
actualidad, al escribir esta efeméride, nos ilustra en algo para muchos desconocido. El editor inicia con esta introducción: 

Alberto Einstein, el famosísimo físico-matemático judeo-alemán, es seguramente el sabio de quien más se ha hablado en el último cuarto del siglo (XX). Fue retirado del cuerpo de profesores del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, otorgándosele, en cambio, el título de “Profesor Emeritus”, a la edad de 66 años, que cumplió el 14 de marzo de 1945. Es hora pues de hacer un somero balance de 
su obra y merecimientos; pues si bien no ha muerto, y aún podría dar de sí algo importante, esto parece cada vez menos probable, si se atiende a que tras un lapso de doce o quince años de fecundísima labor, lleva ya veintiocho de no haber contribuido casi nada al progreso de su ciencia.

Y en síntesis, esto es lo que Zuloaga responde: Einstein es conocido del público sobre todo como autor de la Teoría de la Relatividad; y la parte de mérito que en ello le corresponde sería más que suficiente para consagrarlo como un gran pensador científico. Pero es menester poner algunas cosas en su punto. La propaganda populachera que se hizo en torno de su persona fue grotescamente exagerada.

El físico francés Bousse dijo en cierta ocasión que a Einstein se le exhibía de ciudad en ciudad de Europa y los Estados Unidos como si fuera una prima donna; y así era.Se hizo aparecer que la Teoría de la Relatividad, y todo el gran conjunto de ideas que le son afines, era obra exclusivamente suya, que la había construido a pulso, sin apoyo ni ayuda de ser alguno, que la había sacado de su cerebro como del suyo sacó el Padre Zeus a Palas Atenea.

Cosa enteramente falsa y desorientadora.

Sin las geometrías no euclídeas, particularmente la de Riemann, que Einstein adoptó como la verdadera geometría del espacio real; sin las transformaciones de coordenadas que Lorentz introdujo en las ecuaciones electromagnéticas de Clerk Maxwell; sin las luminosas 
lucubraciones de Henri Poincaré; Incluso mucho más atrás, sin la demostración de Parménides, que data de veintitantos siglos , de que el movimiento es imposible si no se admite la existencia de algo inobservable aparte de la materia, y sin el principio de relatividad de Galileo, la teoría einsteniana de la relatividad nunca habría podido nacer.

Por mucho tiempo se supuso que el “algo” inobservable que la demostración de Parménides exigía era el espacio absoluto. La demostración de Parménides es tan brillante y a la vez tan sencilla que casi da  risa. Si únicamente la materia existe, el movimiento no es posible, porque moverse un cuerpo significa pasar de donde está a donde no está, y si sólo la materia existe, no habrá ningún “donde no está”; luego, el movimiento es imposible. Para obviar esta dificultad se inventó el espacio absoluto; pero el principio de relatividad de Galileo echó por tierra este concepto, si bien al pronto no se sacaron todas las consecuencias que debieron haberse deducido de ese 
derrumbamiento. 

Quizá el mérito principal de Einstein estriba en haber visto con claridad el hueco, y haberlo colmado mediante la idea de un espacio-tiempo absoluto, que provee el referente universal necesario para explicar el hecho del movimiento, pero que no se opone a la relatividad del espacio y del tiempo considerados separadamente.

Pero no sólo a sus predecesores, sino que también a sus coetáneos debe Einstein muchísimo. Ya mencioné a Poincaré, de quien obtuvo algunas de las ideas fundamentales, que se encuentran esparcidas en las obras de aquel brillantísimo genio (y es justo decir que Einstein así lo ha reconocido innumerables veces). Hay que mencionar también a Minkowski, el autor de la ecuación fundamental del espacio-tiempo, y de la sentencia aquella de que “el espacio y el tiempo no son sino fantasmas; la sola realidad es una especie de fusión íntima de las dos cosas”; si bien la idea de fusión de dos cosas no es muy afortunada, porque más bien se trata de separación de una cosa única en dos cosas ficticias.

Y no hay que olvidar al gran Arnold Sommerfeld, mi maestro a quien personalmente escuché decir en 1911, seis años antes de que apareciera la teoría de la Relatividad General: ”La física estará pronto en aptitud de probar que el espacio y el tiempo son una misma cosa”. Sommerfeld se mantuvo en contacto continuo con Einstein durante todo el tiempo de la elaboración de la teoría, y no hay duda de que cooperó con él eficacísimamente.

¡Y a cuántos más habría que mencionar!

Y en otro orden de ideas agrega Zuloaga:No, un valor tan real como el que significa Einstein no ha menester de adornarse con méritos 
ajenos, ni menos de que se le exhiba como a pavo real.Pero los judíos, amos de la prensa mundial y de todos los medios de propaganda, nunca prescindirían de presentar a los suyos como portentos sobrehumanos, semidioses que moran en alturas inaccesibles a la mirada de los obtusos cristianos.

Einstein, naturalmente, no tiene la culpa de todo esto. La tiene en cambio, de haber hecho suyas y aun superado, en recientes declaraciones que serán un eterno borrón sobre su memoria, las más burdas calumnias contra Alemania, el país de su nacimiento y de su crianza, de su educación y de su encumbramiento.

El país de todos sus maestros y colaboradores, desde Gauss y Riemann y Félix Klein y Weierstrass y Christoffel, hasta Planck y Wien y Mach y Sommerfeld y Minkowski y Friedmann. 

El país al que debe todo, absolutamente todo lo que es.Si sus declaraciones fueran en contra de Hitler y de los nazis, tendrían validez. Pero decir que el pueblo alemán, el pueblo de Kant y de Goethe y de Beethoven, de Klopstcock, de Herder, de Lessing, de Schiller, de Mozart, de Schubert y de Weber, de los Schlegel y los Humboldt, es un pueblo esencialmente belicoso y sanguinario y merecedor del exterminio, es la mayor de las ridiculeces.

Decir estas cosas era entonces, y es hoy, una de las más infames muestras de la ingratitud.Pero en boca de Einstein es también otra cosa: Es una sicofántica adulación a los amos israelitas de los Estados Unidos, los Rosenmann y Frankfurters y Morgenthaus Baruchs y Rosevelts (A este último, Dios le haya perdonado. Cuando Einstein hizo sus declaraciones aún no moría). "El Sicofantismo Político: Historia, Manipulación Y Sus Efectos En La Democracia" 

En suma, un gran sabio que corona su carrera con una infamia y una bajeza. Seamos piadosos y recordemos sus méritos y echemos una losa sobre lo demás.

CATÓLICO Y ACADÉMICO

Católico sin tapujos y abierto defensor de su fé, le tocó vivir en Chihuahua dos periodos en los que los católicos se vieron perseguidos por el gobierno. Pedro no desaprovechó la ocasión para mostrar sus convicciones religiosas. Así, el 13 de junio de 1926 publicó en El Correo de Chihuahua un artículo titulado «Pro Aris et Focis Certare», con el que protestó contra el decreto No. 145 del Congreso del Estado, 
que limitaba el número de sacerdotes autorizados para ejercer en el estado a uno por cada 9 mil habitantes. Pro Aris et Focis Certare es una famosa frase latina que significa "luchar por los altares y los hogares" o en una versión expandida, "combatir por la religión y la patria". 

Se usa como lema para expresar la defensa de los valores religiosos, la familia y la patria, y fue utilizada por autores como Cicerón 
para enfatizar la importancia de estos conceptos. Es otra de sus facetas que los revolucionarios nunca le perdonaron.

En 1928 fue recibido como miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Francisco Javier Vásquez Ortega y Bernardo López Ríos, comentan que a esta sociedad “envió colaboraciones que fueron leídas y comentadas por el ingeniero don Agustín Aragón y León , de quien fue entrañable amigo, al igual que del licenciado don Manuel Gómez Morín y el también abogado don Aquiles Elorduy, agnóstico el primero, creyente (católico) el segundo y ateo el tercero, lo que hace resaltar la tolerancia y el respeto de 
Zuloaga por las ideas ajenas, sin que fuera óbice para esa amistad la diferencia de opiniones en materia religiosa. Perteneció también a la Academia Antonio Alzate y a otras sociedades científicas mexicanas y extranjeras. 

El 15 de febrero de 1938, fue uno de los miembros fundadores de la Sociedad Chihuahuense de Estudios Históricos, que agrupaba a los 
más importantes historiadores del estado en esos años, y en su Boletín publicó varios artículos de carácter científico. En Chihuahua también fue catedrático en la Escuela Normal, en el Instituto Científico y Literario y en el Instituto Regional. El 4 de septiembre de 1933 participó como delegado, junto con el también profesor Antonio Ruiz Ayala, director del Instituto Científico y Literario y el estudiante de la Escuela de Leyes Noel Alrich Solano en el Primer Congreso de Universidades y Escuelas Superiores, que se celebró en la Ciudad de México bajo la presidencia del químico Roberto Medellín Ostos, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Zuloaga fungió en esa ocasión como vicepresidente del Congreso. En 1935 se trasladó a la ciudad de México, donde fue profesor de Filosofía de las Ciencias en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México e investigador, donde se le recuerda por sus trabajos relacionados con el desarrollo y aprovechamiento de la energía nuclear y fue vocal de la Comisión Impulsora y Coordinadora de la Investigación Científica, dirigida por el doctor Manuel Sandoval Vallarta y consultor físico del Instituto Nacional de la Investigación Científica, organismo predecesor del futuro Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, recién venido a menos. 

Tradujo, en compañía de Carlos Palomar, el famoso reporte El Seguro Social y sus servicios conexos, de Sir William Beveridge, base para la creación del IMSS. Durante años la casa de Pedro Zuloaga ubicada en la calle Salamanca de la Ciudad de México, fue para muchos científicos e intelectuales de su época la biblioteca personal mejor provista del país. En sus estantes se podían encontrar por igual ejemplares de revistas especializadas como “Nature” “Physical Review” o “Cahiers du Physique”, así como aquellas representativas del pensamiento contemporáneo como “Jus”, “Ábside” o la “Revista de Occidente”. A lo largo de su vida reunió un invaluable acervo bibliográfico que delineó su perfil como filólogo, historiador, filósofo, pero sobre todo como físico, y en esa rama del conocimiento la divulgación de la ciencia fue su pasión.

En tiempos del Cardenismo, fue uno de los críticos más acerbos de la educación socialista, impuesta por el régimen, y contra el Artículo 3° de la Constitución, que Pedro calificó de “baratada”. “Urge, por el decoro de México, que se borre del texto de la Constitución y se suprima de la práctica de la enseñanza esa bochornosa petulancia que tan pobre idea da de la mentalidad de nuestros gobernantes”, escribió en El Universal el 26 de junio de 1939.

Por supuesto, no era su enojo contra el derecho a la educación, sino contra el laicismo. En otro artículo reafirma: Las dos limitaciones de la ciencia -su provisionalidad y su incapacidad de atacar los problemas fundamentales de la existencia- no restan nada a su utilidad. Ni es denigrante para la ciencia decir de ella que no sirve para lo que no puede servir. Sirve, en cambio, para muchos fines útiles; no el menos importante de los cuales es limpiar el espíritu de sus genuinos cultivadores de las telarañas que ofuscaron el criterio de los redactores del artículo 3º constitucional. 

El laicismo -subraya- es hijo del estatismo, del afán del Estado de subyugar al individuo. No es entonces de extrañar que la beligerancia del jacobinismo imperante lo haya posicionadopor supuesto en el lado de los enemigos de la Revolución y del régimen. Zuloaga insiste en que la ciencia es limitada y que no pretende saber nada de las causas primeras y de los fines últimos. No es ese su campo, afirma. Sus métodos han sido ideados para descubrir las causas segundas y los resultados inmediatos, y son totalmente inadecuados para el estudio de los problemas fundamentales. En consecuencia, la ciencia jamás puede pretender usurpar el lugar de la filosofía, de la religión y de la moral en la educación. Pero es en torno de esos polos -el de los orígenes y el de las postrimerías- donde por fuerza tiene que girar toda la conducta humana, la de cada momento, la de toda la vida, afirma. 

Su pensamiento científico y filosófico presenta una ciencia suigeneris, abierta a la trascendencia y al espíritu, en contra de una ciencia materialista que niega a Dios. Según Zuloaga, es la misma ciencia física del siglo XX (y por física él entiende el estudio sistemático de las apariencias) la que proclama la necesidad de lo trascendente. Su trabajo científico es de cuño espiritualista: “hay una mente creadora 
(Dios) y una mente creada (la nuestra), y la relación entre ambas es el mundo físico que representa el aspecto bajo el cual la mente creada percibe lo que la mente creadora está haciendo en determinado momento”. Uno de sus libros más relevantes es El Cosmos y el destino del hombre, su obra maestra en el que aborda y despliega su pensamiento en cuanto a la filosofía de la ciencia.

Su último trabajo fue un exhaustivo estudio de hidrografía de la Laguna de Bustillos, que se tomó como base para la instalación de la empresa Celulosa de Chihuahua en Anáhuac.Después de la muerte de su esposa, Pedro regresó a la ciudad de Chihuahua, donde murió el 5 de marzo de 1954 en la Quinta Santa Elena, la misma casa solariega de su familia donde había nacido. 
Al inicio de este escrito menciono que en la consideración como el científico chihuahuense más destacado de todos los tiempos compiten otros distinguidos personajes. Consulté a algunos amigos conocedores del abanico del estado y obtuve la mención de varios, destacando cuantitativamente además de Zuloaga Arturo Rosenblueth, Esther Orozco y Nadia Zenteno, en ese órden, y otros menos mencionados. Ya habrá oportunidad de hablar de sus destacados aportes.Esta investigación se basó ampliamente en textos escritos por Zacarías Marques Terrazas, Dizán Vázquez, Bernardo López Rios, Juan Ramón Camacho Rodríguez y Francisco Javier Vázquez Ortega.