
Hoy México presencia nuevamente el llamado urgente del campo. No es solo un bloqueo más, no es solo una protesta más, es la voz de quienes nos alimentan, de quienes trabajan la tierra bajo el sol, bajo la amenaza de la sequía, de los precios injustos, de la inseguridad que los obliga a mirar por encima del hombro incluso dentro de sus propias comunidades.
Es imposible no sentir empatía cuando entendemos lo que realmente está pasando.
Los agricultores y transportistas no están buscando privilegios. Están exigiendo lo mínimo, condiciones para sobrevivir, precios justos para lo que producen, seguridad en las carreteras, leyes que no los ahoguen, acceso al agua que es la base de su trabajo. Necesitamos verlo desde su perspectiva, su mensaje es claro, la mano que nos da de comer también necesita ser sostenida.
Nadie, absolutamente nadie, merece salir a trabajar con miedo. Menos aun cuando hablamos de trabajos tan dignos y esenciales como sembrar, cosechar, transportar, alimentar. Y sin embargo, en este país, las personas que llevan comida a nuestras mesas son quienes más sufren la violencia, los extorsionan, les queman sus tierras, les bloquean los apoyos, les condicionan su supervivencia. Cuando finalmente se alzan para pedir ayuda, muchas veces son ignorados, y el paro, el bloqueo y la protesta se vuelven la única herramienta para exigir ser escuchados.
Pero esto no es solo un problema de los agricultores, si no un problema del país entero.
El crimen organizado, la inseguridad y la falta de políticas efectivas para el campo no solo amenazan a un sector amenazan la estabilidad alimentaria, económica y social de México. Por eso, más que dividirnos, necesitamos unirnos. Entender que cuando el campo protesta, no es contra nosotros, los ciudadanos. Es un llamado para que veamos la realidad que se vive fuera de las ciudades, en los lugares donde nace nuestro alimento.
Necesitamos exigir juntos que las autoridades garanticen seguridad, agua, apoyo y justicia. Porque un país que abandona a su campo se condena a sí mismo.
Hoy más que nunca, México necesita solidaridad. Necesita que levantemos la voz no solo cuando nos afecta el tráfico o un bloqueo, sino cuando la vida de quienes producen lo que comemos está en riesgo. Que el país entero entienda que, si el campo cae, caemos todos, y si hoy ellos están luchando por mantenerse de pie, entonces en momento de preguntarnos si estamos dispuesto a apoyarlos para que no caigan.