
El régimen centralista se ha acostumbrado a gobernar como si Chihuahua fuera un territorio conquistado: nos extraen recursos, nos arrebatan el agua, nos dejan sin seguridad y, cuando alzamos la voz, nos cierran la puerta en la cara. Para el centro somos útiles solo mientras pagamos. Cuando reclamamos justicia, nos tratan como enemigos. Y ante un gobierno que solo entiende el lenguaje de la asfixia económica, no queda más que responder con la herramienta que les duele: la Huelga Fiscal.
Durante décadas, Chihuahua ha sido paciente, disciplinado y productivo. Hemos cumplido con cada obligación fiscal, aportando riqueza al centro mientras recibimos migajas.
Hoy el gobierno federal pretende imponernos una nueva Ley Nacional de Aguas que no solo desconoce nuestro territorio, sino nuestra dignidad. Una ley redactada desde los escritorios cómodos del centro, que jamás han tocado la tierra reseca de un canal de riego, que jamás han visto morir una cosecha por falta de agua, que jamás han conocido el esfuerzo de quienes alimentan a México.
Esa reforma es un decreto de sometimiento: exige obediencia fiscal y territorial, pero niega autonomía hídrica y productiva. Nos quiere arrodillados ante un gobierno que reparte privilegios a sus aliados políticos y castigos a los estados que no se someten.
La pretensión del régimen es clara: quebrar al norte para dominarlo. Estrangular al campo para someter a sus productores. Convertir a Chihuahua en un territorio silencioso, obediente, sin memoria de su historia revolucionaria. Pero se equivocan. Nuestra tierra no es dócil, nuestro pueblo no es sumiso y nuestra identidad no se negocia en los pasillos de un palacio. Aquí se sembró cada centímetro de libertad con sudor y con sangre. Aquí se defendió la República cuando el centro se rendía. Aquí nació una División del Norte que cambió el destino del país. ¿Pretenden que ahora bajemos la cabeza ante una burocracia que no conoce ni ama esta tierra? No lo haremos.
La Huelga Fiscal no es una provocación. Es un acto de legítima defensa. Si el régimen quiere jugar a la imposición, Chihuahua jugará a la resistencia. No hay recurso constitucional más poderoso que el dinero que generamos y que ellos se apropian. Si los impuestos que salen de nuestro esfuerzo son utilizados para aplastar nuestras libertades, entonces ese dinero dejará de salir. Si los recursos federales se utilizan para castigarnos, Chihuahua tendrá el valor de administrarse a sí misma.
Si el régimen centralista quiere escuchar a Chihuahua, tendrá que hacerlo cuando en sus oficinas dejen de entrar los recursos que nuestra gente produce. Y cuando ese silencio fiscal resuene en la Ciudad de México, entenderán lo que hoy se niegan a aceptar: que no somos vasallos y que ningún gobierno, por poderoso que se crea, puede someter a un pueblo dispuesto a defender su futuro.
Porque nos lo deben todo: nuestra agua, nuestra seguridad, nuestras oportunidades, nuestra voz. Y porque cuando a un pueblo le roban lo que es suyo, no negocia… se levanta. Hoy Chihuahua se levanta. Y si el régimen no quiere responder, que se preparen para la única respuesta que entienden: la Huelga Fiscal.