Crónicas de mis Recuerdos: Sueño de Año Nuevo

Crónicas de mis Recuerdos
Oscar A, Viramontes Olivas
Facebook: Oscar Vira
violioscar@gmail.com

Por: Oscar A. Viramontes Olivas

violioscar@gmail.com

Eran las 22 horas del último día del año de 1948, cuando me disponía a dormir, contaba con tan solo seis años, edad donde los niños se llenan de sueños e inmensas ilusiones. Ya estaba muy cansado de mí travesía del día, pues el frío y el mar de gente que había por todas las tiendas de la ciudad, me habían causado un poco de enfado. Sabía que pronto el año viejo terminaría, y uno nuevo comenzaría; ya no podía con mí alma, mis ojos pesaban como si tuviera pegados unos “yunques” en los párpados, para eso, me dispuse a taparme del intenso frío, pues una nevada había cubierto la fisonomía urbana de la ciudad de Chihuahua. 

No pasaron ni cinco minutos cuando ya no supe nada de mí; me desperté, no sé sí en un sueño o en la realidad; de repente, mí madre estaba frente a mí mirándome con una tierna sonrisa; me incorporó, me dio un beso y me dijo: “Levántese mi niño, que pronto llegará el año nuevo”, por lo que exclamé: “¡Hoy es el día último del año y para las doce será el nuevo!” Estaba feliz, muy feliz, al tener a mi mamá al lado, y el cariño de mucha gente que sabía que me amaba. Me incorporé, me fui a bañar, pues mi madre me quería limpio y bien vestido para la noche de fin de año. 

Después, me senté a la mesa que estaba adornada muy bonita con motivos navideños, lo que, hacía más placentero el menú de la mañana. Disfruté de un riquísimo desayuno, pues gracias a Dios no me faltaba nada en casa, debido a que mis padres eran muy trabajadores y ganaban bien. Al terminar, salí como “bólido” de la mesa para jugar con mis amigos, pues habíamos quedado en vernos para preparar la llegada del año nuevo. Eran algunos niños con quienes nos juntábamos para convivir. Cada quien se traía los juguetes que había recibido en navidad; desde carritos de lámina, bicicletas, hasta algunos superhéroes de plástico y la verdad, no me quedaba atrás, ya que el “Niño Dios” me había regalado un par de camionetas con todo y vidrios, muy bonitos, elegantes, y algunos personajes de la lucha libre. Nos dimos vuelo toda la mañana, construimos casitas, carreteras y puentes, todo era felicidad, no existía la angustia ni la desventura, la verdad todo era ¡padrisimo!

Faltaban dos minutos para que se llegara el momento más esperado, mis padres, tíos y amigos, levantaban la copa de vino, y nosotros con un vaso de refresco estábamos más que preparados. Las uvas, también estaban listas para ser disfrutadas en el preludio del año nuevo, así mismo, las 12 velas serían encendidas por mí madrina Lupita. Pasaban los segundos, y cuando faltaban tan solo 10, empezó la cuenta regresiva: “Nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro tres, dos, uno cero”: “¡Feliz año nuevo!” gritaban todos, con una inmensa alegría, dándonos abrazos cálidos y llenos de amor y paz. A lo lejos, se empezaban a escuchar cohetes y balazos al aire, festejando la llegado del nuevo año, y cerca de la residencia donde vivía, se escuchó la enorme campana de la iglesia, con un gran estruendo que aturdía a cualquiera; de repente, me pasó algo extraño, me sentí mareado y me precipité al piso, caí boca arriba y solo veía la mirada de mi madre que me gritaba: “¡Hijo que te sucede!”; de repente todo se nubló sobre mí y finalmente todo se apagó. Seguí escuchando las campanadas de la iglesia y desperté de nuevo, tenía mucho frío, estaba temblando y un gran estruendo se produjo en mis oídos. Poco a poco se empezó a aclarar el panorama, observé a muchos niños cerca de mí, con sus caritas manchadas y con ropas mugrientas y desechas por lo viejo. 

Me empezaban a reanimar, ¡Pepín, Pepín, ¡qué tienes, despierta! Abrí los ojos y me di cuenta que me había transportado a otra dimensión y que de nueva cuenta regresaba a la realidad. Yo, era otro niño, más no vivía en una mansión, sino en una mazmorra del Chuvíscar, ahí donde se resguardan los niños, jóvenes y adultos que han sido rechazados por la sociedad. Las enormes y calientes cobijas de mí dulce sueño, se convirtieron en pedazos de cartón y mantas viejas que, me permitían librarme de las inclemencias del tiempo; de los ricos aromas que pude disfrutar en ese mundo de fantasía, se transformaron en pestilentes olores provenientes de las cloacas de la ciudad. Empecé a llorar intensamente, porque me había transportado a otro mundo, donde tal vez no estaría sufriendo el hambre y la enfermedad. Traté de encontrar con la mirada a mí madre, pero la memoria me hacía recordar que ella ya no estaba conmigo que, había muerto sumida en la desesperación, pues ante la falta de recursos para mantenernos, se enfermó y murió de una fuerte anemia. 

Mí viejita ya no estaba conmigo, pues las circunstancias de la vida la orillaron a decaer su salud. Mí padre, nunca lo conocí, pues dicen que había caído en las garras del vicio, y de mis hermanos, solo sé que viven la misma ingrata vida que yo. Me incorporé para desentumirme del frío, tomé una cobija agujereada, la única que tenía para acercarme con mis hermanos de la calle. Me estaban invitando para que nos juntáramos a “disfrutar” de la cena de año nuevo. Cada quien sacó de entre sus ropas lo que iba a compartir. Desde mendrugos de pan, hasta pedazos de pollo a medio comer, de esos que se encuentran en los botes de basura, y donde los gatos y las alimañas nos hacen competencia por conseguirlos. Eran casi las doce de la noche, y el ambiente estaba triste, pues bajamos la mirada y empezamos a rezar, sí, a rezar y agradecer a Dios de la ingrata vida que teníamos de el hambre de todo el año, de las enfermedades de algunos de nuestros amigos de las calles; agradecíamos también, por los que se habían adelantado primero, por aquellos que tal vez estarían disfrutando en el cielo de una deliciosa cena celestial. 

Agradecíamos por la esperanza que teníamos algunos de nosotros de seguir luchando para arrancarle al destino un pedacito de vida. Pero lanzábamos una oración por aquellos que estaban en las garras del alcohol y las drogas, por quienes se inyectan de manera frecuente la heroína a escondidas en los túneles del Chuviscar y en “tapias” de casas derruidas; por aquellos que ante la desesperación, se han quitado la vida para deshacerse de este mundo cruel; por todos los niños que salen a la calle, porque en sus hogares, nadie los quiere; por los que han tomando el camino de la delincuencia, no por su propio gusto, sino por las injustas y circunstancias de este planeta ingrato, sí, muy ingrato. Pero además hacíamos una oración enérgica para que los hombres dejaran de ser injustos con los más débiles, que los políticos en vez de estar “papaloteando” el presupuesto en demagogias para beneficios propios, voltearan a ver la miseria y desesperación de quienes vivimos en las calles. 

Año Nuevo, sí 1949 decíamos todos. Con nuestras manos frías y el viento que entraba por las coladeras de la superficie en la calle, nos disponíamos a darnos el abrazo de año nuevo. No necesitábamos lujos ni grandes cosas, lo importante era que estábamos juntos, como una verdadera familia compartiendo en las frías, pestilentes y obscuras cloacas de los túneles de Chuviscar la llegada de otro año que, tal vez, sería igual que todos, pero nunca dejábamos de tener fe y esperanza en la vida. A todas las personas que en sus casas han disfrutado de sus seres queridos, del calor de hogar, de los sagrados alimentos, de la vida en familia, de la abundancia y el derroche, de la salud y la prosperidad, les deseamos de parte de todos los que vivimos en las calles, de quienes sufrimos cotidianamente el hambre, el frío, la enfermedad, el abuso y la desesperación; de los cientos de huérfanos que hemos sentido en carne propia el rechazo de nuestros tutores; que hemos sido arrojados por a las calles de esta contrastante ciudad de Chihuahua…Sí, a todos ustedes, les deseamos desde todos los rincones de las calles y túneles del Chuviscar, un ¡Feliz Año Nuevo! y que Dios un día se acuerde de todos nosotros…¡Felicidades!

Un Sueño de Año Nuevo, parte de los de los Archivos Perdidos de las Crónicas de mis Recuerdos.

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