No te voy a mentir, la vida a veces se torna dura, todo lo que pasa en el mundo, pareciera un caos y duele, a veces el viento sopla tan fuerte que nos arrastra, nos empuja y cambia todo, ¿te has percatado de que hay noticias dolorosas e inmediatamente empiezan los debates con posturas contrarias al respecto?: “está bien”, “está mal”, e inmediatamente las discusiones se tornan personales, la gente pelea con quien no está de acuerdo y es agotador ¿cierto?. Empecé a reflexionar en el hecho de que a las personas nos gusta discutir, nos gusta debatir, nos gusta dejar en claro que lo que nosotros pensamos y decimos es lo correcto, personalmente a mí me encanta (digo, soy abogada, siempre quiero tener la razón, lo que no significa que sea lo más sano del mundo, y créeme, trabajo en mejorar ese aspecto de mí); en virtud de mis experiencias y análisis de las experiencias de otras personas, etc., me he percatado de que buscamos dejar en claro nuestra postura porque nos hace sentir seguros, creamos una barrera que nos individualiza, nos separa, y no nos permite ser empáticos, tal vez lleguemos a ser simpáticos, pero eso no crea lazos, y en consecuencia sentimos que nos mantenemos a salvo, más eso genera división, y siendo muy extremistas, guerra.
Imagina esto, llega tu amigo, y comienza a platicarte algún problema por el que está pasando, inmediatamente tu reacción es decirle “ánimo, échale ganas, o mira el lado bueno”… déjame decirte que es una respuesta muy simpática, pero no es una respuesta amorosa, esto probablemente genere en el emisor una sensación de incomprensión, y se sentirá separado, solo, y al valiente porrista, lo mantiene a salvo, pues no está dispuesto a ser empático, ¿por qué?, pues por la sencilla razón de que ser empático implica buscar dentro tuyo algo que genere la misma emoción que la otra persona, para comprender por lo que pasa y de esta manera te sientes vulnerable, pero la empatía nos hace más humanos, nos une.
Hace poco leí un artículo de Brené Brown, profesora de investigación en la Universidad de Houston, quien ha pasado los últimos dieciséis años de su vida estudiando el coraje, la vergüenza, la vulnerabilidad y la empatía, en sus estudios ella dice que ser empáticos implica vulnerarnos, pero también que seamos más amorosos con los demás, comprensivos, y por ende generar conexión entre las personas, la empatía permitiría que hubiera menos injusticias en el mundo; ella dice que la empatía implica cuatro aspectos: la capacidad de tomar perspectiva de otra persona, no hacer juicios de los demás, reconocer la emoción en los demás y comunicar esa emoción. Muchos motivadores, muchos libros de superación personal, hablan sobre ser positivos a toda costa (y lógico, la actitud positiva siempre garantiza que los vendavales de la vida sean librados con éxito), nos mantiene a salvo, pero no nos conecta, ser positivo a pesar de las circunstancias, instar a otros a que lo sean pese a su dolor, puede que sea un buen consejo, pero no es precisamente ayuda. Hay una historia en la que se puede explicar, había un niño que cayó en un agujero obscuro, tenía miedo y lloraba, de pronto llega otro pequeño, quien lo ve ahí metido, este pequeño, baja, le dice al otro niño que todo va a estar bien, lo abraza y se dispone a ayudarlo, ese niño es empático, se vulneró, generó en él una emoción similar a la del otro para poder ayudarlo, conectó, en cambio un niño simpático, se asomaría, le diría que todo va a estar bien, pero no ofrecería su ayuda, e incluso le diría “al menos no te rompiste ningún hueso al caer”, no es que sea malo, simplemente busca mantenerse a salvo, no vulnerarse.
¿A dónde quiero llegar con esto?, pues bien, hemos visto en estos primeros meses del año 2020 noticia tras noticia dolorosa, todos clamamos justicia, paz, pero los debates mediáticos se vuelcan en criticar, opinar sobre lo que se debe hacer y no se hace, comienzan las peleas, porque todos pensamos diferente, y así se genera más guerra, invariablemente, generar división de esa manera, sólo generará más caos en el mundo, todos deseamos mantenernos a salvo, un mundo mejor donde reine la paz, la prosperidad, la abundancia y armonía, pero esto no se propiciará a menos que miremos en nuestro corazón y logremos ponernos en el lugar del otro, cuando dejemos de ver al otro como ajeno a nosotros e intentemos comprender su postura, e incluso tenderle una mano en lugar de juzgarlo y separarlo, podremos materializar en nuestra realidad un mundo mejor.
¿Cómo me comprometo a cambiar el mundo?, para mí, la respuesta se encuentra en la empatía, más allá de la simpatía, y empecé por seguir estos pasos, tal como lo dice Brené Brown, creo que funcionan y aquí te los comparto:
Cuando procuramos ser empáticos, nos quitamos la idea de que somos ajenos a los demás, mira a tu alrededor, hay mucha necesidad de afecto, mucha necesidad de ayuda, lamentablemente hay dolor en el mundo que vivimos, pero el cambio siempre está en uno, cuando generamos un vínculo, siendo empáticos, tenderemos la mano a quien necesita, en lugar de decir “es tu problema y hazle como puedas”, o pensar que compete a otros solucionar los problemas e incluso criticar a quienes no hacen nada, tenemos la alternativa de generar unión, desde nuestra trinchera brindar amor, a quien se queja y está molesto, brinda amor, a quien llora porque está triste, brinda amor, a quien sufre, brinda amor, sin juzgar los procesos de otros, simplemente acompaña, tiende la mano, sólo así generaremos el cambio que tanto anhelamos, no está en manos de nadie más que de nosotros mismos, propiciar un vínculo, espíritu de ayuda, evitar criticar, unir en lugar de dividir. Entonces, te pregunto ¿te atreves a ser empático?.