Vamos a empezar con cursilerías, y lee brevemente este cuento: Había una vez (si, así empiezan los cuentos) una princesa a la que las estrellas la obligaron a arrojarse a cambiar sus sueños y ya hace tiempo le habían regalado un dragón, que la protegía y la ayudaba a moverse para ir al encuentro de sus sueños, el dragón era morado tornasol, brillaba en la obscuridad y en el día parecía que irradiaba magia, el dragón como tótem, históricamente es el que ayuda a la disciplina, bueno, el punto es que la princesa (que ya te había contado en otro texto), junto con su dragón disciplinario, comenzó a avanzar y emprendió el viaje para cumplir sus sueños, en sus andares encontraban obstáculos, se perdía en caminos pero ella seguía, pues su sueño era mejorar el mundo, cambiarlo, y para ello tuvo que adentrarse en el bello bosque encantado. Este esplendoroso bosque era hermoso, lleno de hadas, elfos, lagos con sirenas, ondinas y unicornios, pegazos, pero también caballos negros, rodeados de fuego, es decir, pesadillas, brujas escondidas y más seres obscuros, pero la princesa siguió cada día persiguiendo y logrando este sueño.
Cada vez que nosotros tenemos un sueño, podemos dejarlo ahí arrumbado, o adentrarnos al bosque encantado que en realidad es la vida y empezar, apoyándonos en la virtud de la disciplina (el dragón interno).
¿Recuerdas cuando te dije en otro texto que no es lo mismo vivir soñando que soñar viviendo? Eso solo significa que los sueños no se cumplen si no se llevan a la acción.
Para cumplir los sueños debemos adentrarnos a lo desconocido, y si se quedan en sueños no va a haber un impacto realista en el mundo, para ello el sueño debe convertirse en una meta, luego de ello estructurarse a través de la disciplina y comenzar a avanzar en la realidad mediante del trabajo duro, ahí encontramos seres mágicos que te ayudarán, habrá puertas que se abren y otras más que se cierran, personas que no te ayudarán, irremediablemente tal vez te tendrán envidia, te pondrán trabas, pero bueno son pruebas que la vida nos regala y que además esos obstáculos y dificultades se convierten en tus mejores maestros.
Imagina que la vida es un bosque encantado, (como ya te platiqué) el bosque representa lo incierto que es vivir, para enfrentar la vida hay dos tipos de personas: los cobardes que no tienen fuerza para enfrentarla, aficionados a la queja constante que sucumben a la desidia, apesadumbrados y con amargura, o bien, los otros esos con una actitud activa, optimistas, visionarios, motivados, con garra, obvio, el segundo tipo de personas es ese grupo que logran de manera más fácil sus metas.
Para que puedas recorrer tu bosque, tienes que ser valiente, disciplinado, dejar de poner excusas, enfocarte, no rendirte, tomar riesgos, ser realista con tus metas, ser positivo y entender que, cumplir tus sueños normalmente implica sacrificios, por ejemplo la princesa que te conté, dejo de vivir en su castillo para arrojarse a cumplir esa ilusión que habitaba en su mente.
Sé valiente, como la princesa, sé disciplinado con tu dragón interno y arrójate a cumplir tu sueño, porque como dice Walt Disney, “solo hay una forma de construir sueños y es dejando de hablar y comenzando a hacer”.