
El Papa Francisco, más allá de un líder mundial y cabeza de la iglesia más influyente en México, pasará a la historia como un hombre que enseñó a trabajar con sensibilidad frente a los problemas de las personas más necesitadas. Su atención y búsqueda de protección alcanzó temas como la migración, pobreza, hambre y en general toda aquella desigualdad que genera injusticia.
Recuerdo sus palabras en una visita a Chile en 2018 “… la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día. No es posible conformarse con lo que ya se ha conseguido en el pasado e instalarse, y disfrutarlo como si esa situación nos llevara a desconocer que todavía muchos hermanos nuestros sufren situaciones de injusticia que nos reclaman a todos.”
Así también refería a valores como la madurez cívica y progreso que acompañan a la democracia. Nuestro país transita en medio de un proceso electoral que combina justamente estos elementos, justicia y democracia. Por eso estoy convencido que hay una gran responsabilidad en la ciudadanía, siendo aquella de participar activamente dentro de la nueva época en la cual se definirá al Poder Judicial.
Involucrarse en evaluar perfiles, contrastar ideas, así como generar un ambiente en el que nuestra democracia se perfeccione, son una forma de atender a este legado de un hombre de Estado, un visionario, un constructor de justicia. Si es nuestro deseo, con independencia del culto o ideología que profesemos, vivir en un México o Chihuahua más justo, sin duda ir a votar de forma consiente e informada, será un gran aporte al legado de Francisco.