
200 diputados federales en la Cámara baja y 32 senadores en la Cámara alta. Para escoger a estos representantes que son designados en función de los votos obtenidos por cada formación en los distritos uninominales a través de listas cerradas elaboradas por las dirigencias de los partidos. A lo largo de la historia y por distintos motivos, el partido en el poder se aprovecha de estas posiciones para construir mayorías falsas o maquilladas.
¿Cómo nace esta figura? El régimen priista de los años 70’s principios de los 80’s, fue duramente cuestionado por su autoritarismo dentro de unas elecciones presidenciales donde no hubo ningún candidato opositor, se vió obligado a generar espacios que permitieran la representación parlamentaria de la disidencia. Entonces se implantó este sistema de designación para 100 diputados que serían distribuidos exclusivamente entre las fuerzas minoritarias cuyos votos en los distritos no fueran suficientes para alcanzar un escaño o curul.
Sin embargo, al mismo tiempo se aumentó el número de distritos uninominales de 178 a 300, lo cual fue calificado como una doble intencionalidad por Santiago Castillo, exconsejero del INE. En palabras más sencillas, le dieron un espacio a la oposición, pero también garantizaron que no pudieran aspirar a tener ningún triunfo de mayoría relativa.
En el año de 1986 se ampliaron a 200 cargos. De esta forma, la autoridad se vio incluida en el reparto, puesto que el nivel de competencia entre los partidos fue aumentando, la oposición se fortaleció y el PRI quería evitar problemas grandes. Entonces ahora dicha formula beneficiaba tanto a las minorías como a las mayorías.
Este modelo genera ventajas y desventajas, pues ha sido producto de controversias a lo largo del tiempo. Alberto Espejel, experto en partidos políticos por la UNAM, señala que “realmente han entrado voces minoritarias tanto al Congreso de la Unión como a los Congresos que lo replican a nivel subnacional”, “la figura de los plurinominales ha sido muy importante”.
La propuesta de modificar este esquema ha estado en la mesa desde hace varios años, peor ha retomado la palestra nacional ahora que la presidenta CSP señaló que busca eliminar totalmente los diputados plurinominales y que no haya ninguna lista de partidos en el Senado. Peña Nieto había propuesto reducir 100 diputados, con el objetivo de fomentar mayorías eficaces y que cueste menos. Felipe Calderón había tocado el tema para reducirlos a 400, manteniendo la proporción de curules uninominales y plurinominales. Inclusive, muy recientemente, el candidato presidencial Jorge Álvarez Máynez, propuso reducir a 100 los escaños plurinominales.
La solución, en cualquier caso, no pasa para ninguno de los expertos por eliminar esta figura que todavía cumple con su función, sino más bien por modificar los aspectos más nocivos, como la forma en la que se confeccionan esas listas, hoy instrumentos con los que las dirigencias partidistas premian la lealtad. “En otros países, como Australia y Japón, se han practicado algunas variantes donde el ciudadano puede modificar los lugares”, dice Espejel. Es decir, presentan listas abiertas donde el votante puede marcar a alguien que aparece en posiciones inferiores, con independencia de que fuera colocado en primer lugar. “Lo otro que se podría hacer”, continúa, “es reforzar las elecciones internas: revitalizar el sistema para que lleguen candidatos más cercanos a la militancia”.