
Lo vimos primero en entrevista televisada (https://www.facebook.com/watch/?mibextid=wwXIfr&v=743296705194751&rdid=1ebVh2yxecMAPITG); y ahí, con toga a punto, colgada de una percha para ser vestida en breve, con aire de tribuno (romano, por supuesto, corrijo: con aire de tribuno de la plebe), se estrenó como lo que no es, pero pretende ser a toda costa: administrador de fincas, patrón de obreros, apóstol del pueblo.
El sujeto en cuestión, —el ahora magistrado, y tribuno popular (¡salve, Yamil, morituri te salutant![1]), Yamil Athié, para más señas— declaró con seriedad impostada y, por ende, naturalidad risible, varias barbaridades:
Sin embargo, lo que en televisión puede parecer —de hecho lo es— comedia menor, en lo privado puede adquirir tintes más serios cuando, ya en funciones, los magistrados de ese tipo muestran un estilo de mando que los retrata de cuerpo entero.
En esas circunstancias suelen menudear los ademanes secos y autoritarios, del tipo: “eh, eh, aquí. ¡Clientes a mí!” (inmerso en el papel de patronus senior) y ahí van todas, todos y todes detrás suyo ágiles y mansos (o mensos). Cuidado con esos arrebatos; de esos tenemos a diario con los políticos, políticas y polítiques de MORENA; no hay gritos ni órdenes explícitas, cierto, sólo el eco claro del autoritarismo más feroz y estúpido que no pretende esconder lo que persigue con ansias: la sumisión total, y anticipada, al capataz en turno (togado o no).
He ahí la doble cara a que nos tienen acostumbrados estos politicastros de paquetito; ante el público, se pintan como jueces ciudadanos, austeros, accesibles; y tras bambalinas, se exhiben altaneros, centralistas, soberbios y con vocación de caudillo de provincia. Hechura morenista en cuerpo y alma, retórica populista, arrogancia disfrazada de sencillez, demagogia de la puerta y la lámpara que sustituye al rigor de la sentencia y el respeto irrestricto a la Ley.
Lo que debería ser un poder serio, técnico y silencioso se contamina así con la peor enfermedad de la política mexicana moderna: el populismo desaforado. No hablamos de humildad genuina, sino de utilería de cartón; no hablamos de independencia judicial, sino de un espectáculo de feria; y el problema es que aquí no se aplaude al final de la función, aquí se dictan resoluciones que afectan patrimonios, libertades y vidas.
Si ése es el estilo del nuevo “magistrado de la puerta de enfrente”, y futuro presidente del Tribunal, más nos vale irnos preparando; la justicia en Chihuahua corre el riesgo de convertirse en escenario, y los jueces, en actores improvisados de una mala obra, con el público como víctima cautiva.
En esa virtud, por cierto, verdaderamente no entiendo el júbilo generalizado y el triunfalismo manifiesto que se percibe en el resto de los poderes del Estado. Uno supondría, al oírlos, que estamos hablando de la entrada victoriosa de César a Roma y lo cierto es que se trata, apenas, de un individuo rabón jugando a ser gobernador de una provincia.
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Luis Villegas Montes.
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[1] Los que van a morir te saludan.