
Si el futuro de la nación depende de castigar, sancionar y multar a la población, este tipo de acciones no son muestra de madurez, sino el fomentar medidas punitivas más no acciones que generen una forma de conducta. Decimos esto por la “brillante” propuesta del senador Juan Carlos Loera quien insiste en presentar iniciativas que según él permitirán vivir en armonía y para esto con fanfarrias asegura que a aquellos que se apropien del patrimonio hídrico van a recibir sanciones que van de los 4 a los 15 años, dependiendo del volumen de agua hurtado. Ahora el agua nacional como el la tipifica permitirá que los que menos tienen gocen del derecho al agua potable.
Ahora resulta que castigado a los que se acopian del agua, se va a resolver el problema de miles de ciudadanos que no tienen acceso al agua potable, asumimos que la falta de agua, no tienen relación alguna con proveer de agua potable a la población, entonces recomendaremos a Loera que haga obligatorio el brindar agua potable a todo ciudadano. Este tipo de acciones de relumbrón, pero en nada soluciona es hablar el mismo lenguaje del ojo por ojo que caracteriza a Loera. Desde el año de 1944 fecha en la que comenzó a aplicarse la penicilina, las aeronaves comenzaron a evolucionar, las bombas atómicas comenzaron a convertirse en una muestra de poderío, se comenzó a producir productos enlatados y se comenzó a dejar las operadoras para hacer una llamada y para no seguirle se inició el uso de fertilizantes químicos para evitar plagas.
Mientras en ese año se firmó un acuerdo binacional de aguas entre México y los Estados Unidos para aprovechar equitativamente el agua de los ríos Colorado y el Tijuana, acuerdo sin fecha de término, pero lo curioso es que a ochenta y un años del acuerdo, todo ha cambiado y modernizado, hablamos de computadoras portátiles llamadas celulares, aplicaciones, inteligencia artificial a la mano de todo el mundo, hidroponía, energía solar, autos eléctricos en fin la modernidad evolucionando y dos países insisten en aplicar un anciano tratado de 81 años de antigüedad.
Si bien este acuerdo se da por quinquenios, es decir cada 5 años debemos de pagar adeudos hídricos, no ha existido un solo intento por actualizar el mismo. Y es ahí en donde el Senado de la república debería ponerse a hacer su chamba, existen infinidad de acciones a implementar para adecuar este tratado, cambios climáticos, aumento de la sequía, el niño y la niña en el 44 eran temas desconocidos, adecuar las zonas a una actualidad, como es posible que tanto en Estados Unidos y México se siga aceptando producir nueces, cuando cada nuez requiere 200 litros de agua.
La presa Hoover se terminó de construir en 1936, la presa Francisco y Madero en 1949 y no ha habido la adaptación al cambio climático y de fluidos por los mentados ríos. Ese deberá de ser un tema vital, estratégico para el Senado de la República, no andar con jaladas de multar a los que acaparan el agua, en el entendido de que los presones muy comunes en el agro chihuahuense pudiesen considerarse como centros de acopio y por ende un delito.
En serio lo que nos hace falta son legisladores, senadores y políticos decididos a ver más allá de una sanción económica, que tomen los temas por los cuernos y que dejen de buscar con sus acciones populistas un sinónimo de triunfo… Así las Cosas.