
Propio de la humanidad es defender la vida, nunca la muerte, y la vida se debe defender mientras haya vida, aún en caso de que una persona se encuentre desahuciada con enfermedad terminal. La defensa es dignificar la vida hasta el final, dando amor, compañía y asistencia paliativa al enfermo, haciéndolo sentir apreciado y apoyado en su situación extrema. La muerte asistida es eso, acelerar la muerte, sembrar la cultura de la muerte. Si lo permitimos o más bien, si nos damos permiso de hacerlo, más tarde nos daremos permiso de más "libertades" en contra de la vida. Estaremos matando a los drogadictos, a los que viven en pobreza extrema porque "no contribuyen en la generación de riqueza" y son una "carga social" igual que los vagabundos, etc.
El siguiente texto es tomado de un correo electrónico que me llegó:
"Ningún dolor justifica que la muerte se vuelva un derecho.
Ayer se presentó en el Senado la Ley Trasciende, una iniciativa que busca legalizar la eutanasia y el suicidio asistido en todo México.
Sus promotores aseguran que no buscan “promover la muerte”, sino “humanizarla”. Lo dicen desde historias reales de sufrimiento, como la de Samara Martínez, una mujer que vive una enfermedad renal terminal y que compartió con valentía el dolor que ha visto en hospitales y en su propia vida.
Su testimonio conmueve profundamente.
Y es verdad: nadie debería morir con miedo o con dolor. Pero la respuesta no puede ser ofrecer la muerte como salida, sino el alivio, el cuidado y la compañía que hoy el Estado no garantiza.
Legalizar la eutanasia no elimina el sufrimiento: elimina al que sufre. Y eso, lejos de humanizar la muerte, deshumaniza la vida.
Mientras en México miles de personas mueren sin morfina, sin cuidados paliativos y sin apoyo psicológico, el gobierno propone cambiar la Constitución y reformar el Código Penal para permitir que un médico provoque la muerte de su paciente.
¿De verdad ese es el camino más humano?
Ahora la propuesta será enviada a la Cámara de Diputados, donde podría avanzar hacia su discusión. Si no actuamos ahora, esta ley podría seguir su curso sin oposición."
Demos el si a la vida asistida hasta el último aliento. Tengo la seguridad de que mis padres se fueron tranquilos porque fueron acompañados por todos sus hijos hasta su último aliento y por nada del mundo, por nada lo repito, les hubiera provocado la muerte asistida, incluso aunque ellos me lo hubieran suplicado, pues mi conducta hubiese sido la misma que tuve en su hora, les hubiera mostrado mi gratitud hasta su final y me hubiera esforzado lo más posible por darles amor de calidad.
Si los diputados y senadores se atreven a autorizar una ley de muerte estarán faltando a lo más elemental y harán una decisión al margen de la sociedad.
Jorge Luis Vargas Romero
Poder Ciudadano Mandante, S.C.
Consejero General Nacional.