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3KYwAXgEn este mundo marcado por una simulada meritocracia —que sabemos es una mentira, pues las clases acomodadas pueden experimentar movilidad descendente, pero rara vez se asciende socialmente—, ser un "ganador" se considera el logro máximo en la vida de una persona. Mientras tanto, los "perdedores" son estigmatizados con toda clase de atributos negativos. Examinemos, entonces, las contradicciones de este discurso ideológico.3KYwAXg Omnia.com.mx
3KYwAXgLas derrotas, muchas veces, enseñan más que las victorias. Son experiencias que merecen ser valoradas. Por ejemplo, los movimientos sociales que luchan por la protección del medio ambiente suelen acumular un largo historial de derrotas —si no me creen, pregúntenle a Salvemos los Cerros—. Sin embargo, lejos de ser un motivo de desánimo, estas derrotas son fuentes valiosísimas de aprendizaje. Como dice el dicho: para encontrar el camino correcto, hay que recorrer muchos caminos equivocados. En el método científico no hay de otra: prueba y error.3KYwAXg Omnia.com.mx
3KYwAXgEsta es la forma más sabia de perder: asumir las consecuencias con responsabilidad, caer y levantarse. Esta actitud, además de ser un método de resistencia social, puede convertirse en una filosofía de vida: nunca rendirse ni claudicar. Lamentablemente, no es la forma más común —ni la más promovida— de enfrentar la derrota. Hay al menos otras dos formas que conviene analizar para aprender, si no "en cabeza ajena", al menos estar preparados. Porque la vida es, en esencia, preparación constante: desde que nacemos hasta que morimos.3KYwAXg Omnia.com.mx
3KYwAXgLa primera forma de perder que mencionaré es la que podríamos llamar "perder con gracia": cuando eres capaz de mediatizar tu derrota con astucia y transformarla en un elemento positivo. Un ejemplo reciente lo dieron grupos ambientalistas de Ciudad Juárez, quienes celebraron la cancelación del centro de convenciones proyectado en el Parque Central. En vez de lamentarse, el gobierno municipal decidió aprovechar la situación, afirmando que escuchó a la ciudadanía. Esta reacción incluso llevó a pensar que todo había sido planeado. Sea o no cierto, el caso es que la derrota se convirtió en una victoria compartida por casi toda la comunidad, incluyendo organizaciones como Sierra de Juárez.3KYwAXg Omnia.com.mx
3KYwAXgLa peor manera de perder, en cambio, es aquella en la que se niega la derrota y se oculta bajo el alfombra. Un ejemplo claro es el caso de la Universidad Anáhuac, anunciada con bombo y platillo en un video de la gobernadora (el cual, por cierto, ya no está disponible públicamente, aunque lo tengo guardado). En el video se podía ver el "pin" colocado en el Cerro Mesa de los Caballos, ícono de la resistencia ciudadana contra la urbanización de áreas naturales. La indignación en redes fue tal que la ubicación tuvo que ser cambiada a la salida a Aldama. Pero en lugar de reconocer el error y comunicarlo con humildad, el gobierno del Estado simplemente trató de ocultar su vergüenza.3KYwAXg Omnia.com.mx
3KYwAXgDe haber actuado como en Ciudad Juárez —celebrando el respeto a la voluntad ciudadana— hoy estaríamos celebrando juntos una pequeña victoria. Pero no. El no saber reconocer los errores, el ser un mal perdedor, es uno de los síntomas más evidentes del fracaso político. Es también un pésimo ejemplo para la vida diaria. Cuando uno la riega, lo mejor es disculparse, reconocerlo y buscar la manera de enmendar el error. Negarlo y ocultarlo solo revela manipulación emocional... y política.3KYwAXg Omnia.com.mx